Muere Fernando Santiago, pintor y galerista que alentó al Grupo Simancas

La exposición que el Museo Patio Herreriano dedicó al Grupo Simancas en 2012 dio a conocer la obra de Fernando Santiago, un artista que pintó toda su vida pero guardó lo que hacía perfectamente ordenado en carpetas y a partir de entonces se decidió a exponerlo primero en la galería Orón y el pasado noviembre en Lorenzo Colomo. Fue su última muestra, ya que Jacobo, el galerista del Grupo Simancas que descubrió las últimas tendencias y ocupó un destacado puesto en la vida cultural de Valladolid, murió ayer. Nació en 1932 en Villafrechós y a los cinco años se trasladó con su familia a la ciudad donde con 10 ganó su primer premio de dibujo en los Jesuitas. Más tarde, al tiempo que estudiaba en el instituto acudía a la Escuela de Artes y Oficios para aprender a modelar, ya que su familia tenía una fábrica de figuras, y completó su formación en el Círculo de Bellas Artes.

«Era más escultor que pintor pero las necesidades de espacio y tiempo me llevaron a los papeles y cartones», decía. A los 20 años se fue a París y en los veranos recorría Europa donde conoció las últimas tendencias y envidió el ambiente cultural de las ciudades que más tarde intentó acercar a Valladolid a través de las exposiciones, conciertos, conferencias y actos culturales que organizaba en la planta baja de la tienda de muebles y objetos de decoración que abrió en 1965 en la calle de Miguel Íscar, un lugar que forma parte de la historia de la ciudad.

El valor de su apuesta

Allí expusieron Félix Cuadrado Lomas, Domingo Criado, Gabino Gaona, Francisco Sabadell y Jorge Vidal, el chileno que trajo los aires nuevos de la pintura. Comenzaron a conocerse como Grupo Jacobo, hasta que un crítico decidió a llamarlos Grupo Simancas cuando se trasladaron allí con la idea de convertir la villa en un centro de artistas como el que habían visitado en Saint-Paul de Vence. Fernando Santiago compró Arcón y decidió convertir el edificio en una amplia galería de arte que inauguró en 1972 con una antológica dedicada a Francisco Sabadell que había muerto y fue el alma del grupo. Eran tiempos difíciles y la labor cultural se hacía siempre con riesgo y la amenaza de cierre, así que Jacobo decidió volver a Valladolid donde en 1986 abrió Orón.

Mientras tanto y a pesar del escaso tiempo libre seguía pintando en papel y cartón, sus soportes favoritos. Así reunió una colección de obras de todas las épocas que resumen más de cuarenta años y entre las que destaca una colección de desnudos, acrílicos sobre papel que demuestran su primera vocación de escultor. Los colgó en Orón, la sala de su hijo Samuel, y son el resultado del trabajo de muchos años. «Siempre que tenía un rato libre decía cogía un papel y comenzaba a hacerlos, por eso las composiciones son tan diferentes, algunas muy sueltas y otras más elaboradas, y casi todas sin rostro. Las iba construyendo y destruyendo», decía. Contrastan con los cuadros que eligió para el Patio Herreriano, óleos sobre cartón, coloristas paisajes geométricos.

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