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Laila Ripoll, en una imagen de 2014.
«Con la pederastia a la orden del día, queríamos meter el dedo en la llaga»

«Con la pederastia a la orden del día, queríamos meter el dedo en la llaga»

Laila Ripoll dirige a Micomicón en su reivindicativo montaje sobre dos ‘novelas ejemplares’ de Cervantes

cristina martín

Viernes, 29 de julio 2016, 10:03

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Será el primero de los homenajes a Miguel de Cervantes que se ponga en escena este año en Olmedo Clásico, festival que ha decidido recordar su obra para conmemorar los 400 años de su muerte, y quién mejor para inaugurar esta serie de reconocimientos que la directora, actriz y autora dramática Laila Ripoll, Premio Nacional de Literatura Dramática 2015, quien hace ya dos años decidió estudiar varios textos de las «fantásticas, críticas y divertidas» Novelas Ejemplares.

Esta noche su Cervantes ejemplar permitirá al público de la villa del Caballero descubrir un montaje basado en las novelas El licenciado vidriera y El celoso extremeño, una obra muy actual, con tono especialmente reivindicativo y presentado por los singulares Chirinos y Chanfalla, los propietarios del cervantino Retablo de las maravillas.

Ripoll, autora de obras como La ciudad sitiada o Los niños perdidos, ambas traducidas a casi una decena de idiomas, ha realizado, junto a Mariano Llorente, la versión de esta revisión teatral de las Novelas de Cervantes. Ambos tenían claro que su compañía Micomicón (nombre que precisamente surge de la imaginación de Don Quijote) no podían dejar pasar la oportunidad de homenajear al Príncipe de los Ingenios. Cervantes ejemplar parte de un proyecto puesto en marcha en 2014 por la Agencia Española de Cooperación, en el que reconocidos dramaturgos iberoamericanos investigaban sus Novelas ejemplares, y entre ellos se encontraba Laila Ripoll, que vuelve al festival vallisoletano tras dirigir en 2013 La dama boba.

¿Era inevitable llevarlo a escena?

La experiencia y el texto que resultó en ese proyecto nos gustó mucho y Micomicón no podía quedarse al margen, sobre todo llamándonos así. Ese trabajo pretendía ofrecer una visión teatral desde el punto de vista contemporáneo y nos encantó la idea de ponerlo sobre el escenario a partir de estos dos textos. Ya había realizado antes la adaptación de El coloquio de los perros, un texto que me rondaba en la cabeza desde hacía años. Las Novelas ejemplares de Cervantes son un material fantástico y creo que si no hubiera sido por este encargo quizá no lo hubiéramos creado.

¿Por qué estos dos textos en concreto?

El licenciado Vidriera siempre me ha gustado mucho, me parecía inquietante y complicado de realizar. Además, aborda la enfermedad mental, ese tema tan recurrente en Cervantes. Y en el caso de El celoso extremeño quizá por que es muy potente dramáticamente. Ese hombre mayor con una mujer mucho más joven que él y cómo ella es tan solo un objeto. Es algo tan visible en el momento en que vivimos, mostrado continuamente en televisión, en las películas. La pederastia está a la orden del día, queríamos ser ejemplares y meter el dedo en la llaga. Temas como la ropa de las niñas, a quienes visten como si estuvieran en un escaparate, o el hecho de que un octogenario compre a una niña de 13 años y haga lo que quiera con ella forman parte ya de nuestra cultura. Es algo tremendo. Las mujeres a partir de los 35-40 años no interesamos, sobre todo si pensamos en los países del tercer mundo. Somos unos hipócritas asistiendo a la sexualización de la infancia y permitimos que en las redes sociales y en los medios se permita decir cualquier cosa.

Y, por otro lado ¿cómo presenta este montaje al bufón de El licenciado Vidriera?

Hemos democratizado el personaje del bufón y se presenta de forma clara al espectador. Es un hombre brillante, inteligente, a quien todos consultan mientras está loco y al tiempo se ríen de él desde la superioridad, pero cuando está cuerdo ya nadie le hace caso. Vemos a esos bufones literarios mismamente en la Feria del Libro, donde hay con colas interminables para que nos firme un libro alguien que quizá ni lo ha escrito o que tiene faltas de ortografía. Mientras en casa, en profunda soledad, hay escritores muy válidos. Cervantes tiene una humanidad apabullante, logra ver más allá y adentrarse en el ser humano. Eso te estremece, y sobre todo que tiene tanta vigencia.

25 años sobre las tablas

Textos críticos ante una realidad social, a la que muchos prefieren no mirar, como el horror nazi de El triángulo azul, obra que le valió el Premio Nacional de Literatura Dramática el pasado año, ¿qué ha supuesto este trabajo para usted?

Algo inolvidable. Lo primero que pensamos era ¿cómo no se ha contado esto antes? Si llega a ocurrir en otro país se hubiera dado más voz al tema, se hubieran realizado películas, series, pero aquí nada. Es algo que me entristece. El premio ha sido como si me tocara la lotería. Nos ha llevado diez años de documentación y hemos estado dos de gira. Posiblemente viajemos a París con el montaje, ya que allí hay muchos descendientes del exilio y también supervivientes. El triángulo azul va más allá del teatro y duele aparcarlo porque nos ha dado mucha vida y, sobre todo, nos ha aportado una relación muy especial con el público.

Micomicón cumplirá 25 años en 2017, ¿qué nuevos proyectos llevará a cabo?

Para la próxima temporada tenemos un trabajo a nivel europeo muy importante sobre la memoria de España y que contará con el apoyo de varias instituciones europeas. Además, seguiremos disfrutando de nuestra pasión por los clásicos, y especialmente por Lope de Vega. Junto a la Compañía Nacional de Teatro Clásico trabajaremos en La judía de Toledo, que se estrenará el próximo año. En este cuarto de siglo siempre hemos apostado por el idioma y por los clásicos contemporáneos, y es fantástico ver cada vez más diálogo con el público. El teatro clásico ha tenido una evolución enorme en los últimos años, y actualmente existen cosas muy potentes de la mano de directores como Eduardo Vasco o de compañías como Nao Damores, en las manos de Ana Zamora. También hay montajes equivocados, que son unas mamarrachadas, sin embargo es sano que haya tantas propuestas, desde lo más ortodoxo hasta la versión más loca, porque tenemos un amplio y rico patrimonio teatral. El problema es que, tal y como están las cosas y teniendo en cuenta el IVA cultural que nos grava, las obras tienden a ser pequeñas, hay pocos actores. Al final nos obligan a trabajar de otra cosa para ganarnos la vida y dedicarnos al teatro solo como si fuera nuestro hobby.

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