Borrar
Uno de los ensayos en La Nave, el salón de telones de El Calderón.
Navegantes de las artes escénicas

Navegantes de las artes escénicas

La experiencia teatral, pionera en España, ultima su primer gran reto, el estreno de un montaje basado en ‘Otelo’ los días 27 y 28 de junio

Javier Aguiar

Sábado, 4 de junio 2016, 13:38

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Teatro Calderón de Valladolid ha sabido reunir todos los ingredientes para poner en marcha y llevar a buen puerto un proyecto pionero en España que está a punto de parir su primer vástago. La Nave, como se llama esta iniciativa con sede en el emblemático salón de telones del Calderón y encaminada a acercar a los jóvenes a las artes escénicas a partir de sus propias inquietudes y planteamientos, estrenará el próximo día 27 de junio en la sala de la calle Angustias Green-eyed Monster, un montaje pluridisciplinar basado en el Otelo de Shakespeare.

Pero a la vista del enorme entusiasmo que ha suscitado entre sus promotores y participantes parece mucho más importante el proyecto en sí que esta su primera manifestación de cara al público, por mucho que todos los implicados estén deseando salir al escenario y mostrar un trabajo de cuya calidad se sienten completamente seguros. No en vano, y aunque ese no haya sido su objetivo, La Nave cumple una finalidad social completamente olvidada, escuchar y atender a un sector de la población tan importante como es la juventud, especialmente marginada en los últimos años.

El proyecto se puso en marcha en el otoño de 2014 con una convocatoria muy genérica que llamaba a los jóvenes vallisoletanos entre 16 y 26 años con cualquier tipo de afición cultural y en especial hacia las artes escénicas. «Igual que comenzamos con los bebés en El Desván, la idea surgió del Teatro Calderón, a partir de un hecho, que los jóvenes no vienen al teatro, lo que plantea una pregunta sobre si lo que se hace en España tiene que ver con los jóvenes y se cuenta con ellos», explica el director del Calderón, José María Viteri, que se responde de inmediato: «No. No hay espectáculos para jóvenes».

Intentar ganarlos para la causa y «hacerlo a través de ellos y desde ellos» era el plan. Faltaba la estrategia, para la que se contó con una de las pocas compañías españolas que ya tenía experiencia en ese terreno, Rayuela, que en 2012 hizo 20 de noviembre, una función sobre la violencia escolar que llevó por institutos de la comunidad. Viteri se sienta con ellos y les plantea: «Esta es la inquietud. Vosotros tenéis las herramientas para tutelar una iniciativa artística y pedagógica. Y hay sale la chispa», recuerda.

Nina Reglero y Carlos Nuevo se incorporan de inmediato y presentan su proyecto. El tema, elegido entre todos, los neomachismos y la violencia de género entre la juventud. Menos de dos años de un trabajo que ha logrado ilusionar a todos y ven llegado el momento de ofrecer al público los resultados. «Pensamos que estábamos maduros, buscamos un equipo artístico y ahora ya estamos preparados y hay que saltar a la escena», señala el responsable del Calderón. Aunque el año pasado presentaron un primer montaje, Metamorfosis, basado en la obra de Kafka, Viteri lo considera más «una declaración de intenciones», pero ahora, añade, «podemos sacarlos al público, a precio de cine» (6 y 10 euros), incide, para que los jóvenes puedan acceder a las entradas y empiecen a plantearse el teatro como una opción de ocio, entretenimiento o formación, algo que no estaba ocurriendo.

«Crear una sinergia», resume Viteri, sabedor de que ha puesto a rodar una bola pequeña que ha de seguir su camino para crecer. «Los que están aquí han entendido y probado que el teatro puede ser un medio de comunicación y de expresión, y han sido espectadores en el Calderón y en Teatro Real y saben apreciar la disciplina, y claro que van a comunicar en su entorno que esto es una experiencia interesante. Es un germen, sembrar una idea a largo plazo», explica sin dejar de elogiar el alto grado de compromiso de los navegantes.

Sobre cómo se ha conseguido que en tan breve lapso de tiempo el trabajo se realizaba solo los fines de semana 55 chavales sin más experiencia que algunas funciones escolares y aficiones dispares puedan sacar adelante un montaje ante el público lo explica Nina Reglero: «La clave es organizar con muchísima flexibilidad y estar muy al tanto de qué es lo que les motiva, sus inquietudes, químicas y las disciplinas por las que se decantan. Luego les agrupo, les dejo jugar juntos y entonces vamos los tutores a culminar lo que proponen hacer, después de haber hecho muchas reflexiones conjuntas».

La directora teatral asegura que el método empleado tiene mucho que ver con el trabajo de la creación escénica de gran formato, como en la lírica. «Hay una tradición explica que nos permite hacer esto, que son los coros de ópera y los coros griegos, que comentan sobre la acción dramática y los personajes. Salen pequeñas opiniones pequeños momentos emocionales de la historia en forma de canción, audiovisual o coreografía y nosotros le damos la parte final». Reglero se ocupa de la composición musical y la interpretación en directo y Carlos Nuevo del arte final, el audiovisual y la puesta en escena.

«Todos aportan algo» es la frase que más se repite cuando tratan de explicar la experiencia. Cada uno comparte sus habilidades y sus conocimientos con los demás y al tiempo aprende de las del resto. Hasta los tutores, profesionales de prestigio, aseguran que no paran de aprender y enriquecerse del contacto con los jóvenes. «Lo que hago yo sobre todo es un trabajo de escucha inmenso para saber cuáles son sus inquietudes y sus propuestas, y aprendo mucho. Es necesario que los profesionales tengan este tipo de contacto con la gente joven, porque aprendemos mucho de ellos», reconoce Chevi Muraday, uno de los coreógrafos y bailarines más prestigiosos del panorama nacional, que asegura sentirse «emocionado y conmovido» por un proyecto «completamente novedoso en España, un país tan envejecido, en el que se da tan poca oportunidad a los jóvenes, que están tan marginados».

Muraday forma el equipo profesional «no pedagógico», insisten junto a otra veterana de la escena española, Ana Garay, quien disfruta al ver a los navegantes aprendiendo, compartiendo y descubriendo un mundo para ellos hasta ahora desconocido, el de los oficios del teatro.

Entre los participantes hay una gran mayoría de estudiantes de gran cantidad de carreras u otros tipos de estudios. Por lo general llegaron a La Nave animados por amigos o compañeros que conocían el proyecto y no sabían muy bien dónde se metían. A partir de ahí es difícil encontrar a uno solo que no esté más que encantado con la experiencia, que califican de «increíble» y «única», tanto los que esperan encontrar una salida profesional en este campo como los que no.

«Lo más bonito»

«Yo no sé que hacía antes sin La Nave los fines de semana», confiesa Carmen Martín, que termina segundo de Bachillerato. «Cada sesión de trabajo es una experiencia divertidísima y única», añade Pablo Lorenzo, estudiante de Matemáticas en la UVA. Pero no solo ellos. Nina Reglero, que lleva años trabajando en el teatro y dirigiendo montajes, no duda en afirmar: «Me parece lo más bonito que me ha pasado en mucho tiempo. En un momento profesional muy duro en el que es difícil encontrar las raíces, el porqué haces teatro y te apasionan tanto las artes escénicas».

Pero hay otras razones. «Gracias a estos chicos nos podemos permitir esa búsqueda de nuevos caminos. Te das cuenta que hay mucho por recorrer, que en vez de cerrar puertas te las abren. Te ponen las pilas y te dan energía», añade.

50.000 euros del presupuesto de formación de la Fundación Municipal de Cultura han bastado para poner en pie esta iniciativa.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios