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Adrián Arroyo Calle
Sábado, 24 de octubre 2015, 14:03
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El camión de la basura me despertó a las seis de la mañana. Estaba aturdido. No me acordaba de lo que había pasado el día anterior. Fui a buscar mis lentillas para ponérmelas. No las encontraba. ¿Dónde estaban? No era el baño de mi casa. No comprendía. Y encima no podía ver bien. Busqué sobre la cómoda si había algo que me ayudara a juntar las piezas del misterio. Había unas fotos de algún desconocido y nada más. Miré en los cajones y solo había unos bolígrafos y nada más. Abrí el armario alto y encontré unas perchas y nada más. Corrí hacia la puerta y grité si había alguien y nada más. Me quedé de pie temblando tratando de escuchar algo. El sonido de mi respiración y nada más. No conocía la disposición de la casa. Entré al salón. Había una tele antigua y un sofá desgastado y nada más. Corrí por el resto de habitaciones. Había muebles vacíos y nada más. Salí a la calle. Estaba el camión de la basura, estaba la casa, estaba yo y nada más.
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