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Una exposición recorre la vida de combatientes de la I Guerra Mundial

Una exposición recorre la vida de combatientes de la I Guerra Mundial

Alberto Supiot y Sabine Geck recuperan la documentación que sus abuelos enviaron a sus familias

Alfredo Gómez

Lunes, 10 de noviembre 2014, 20:17

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A través de cartas, fotos, cartillas militares, postales y otros objetos que guardaban sus respectivas familias, Alberto Supiot y Sabine Geck decidieron dar visibilidad a los soldados anónimos que participaron en la I Guerra Mundial, ahora que se cumplen 100 años de aquel conflicto. La exposición Memoria Personal, compuesta con los recuerdos de antepasados de familias galas y germanas residentes en Valladolid se inauguró ayer y puede verse en la Facultad de Filosofía Letras.

Alberto Supiot, profesor ya jubilado de francés en la Universidad de Valladolid, presenta la vida de su abuelo a través de la documentación que ha recopilado. «Albert Joseph Victor Supiot, como se llamaba mi abuelo, fue movilizado para la I Guerra Mundial a una edad inusual, cuando ya tenía 37 años, estaba casado y tenía tres hijos. Vivían en Madrid, donde se habían instalado desde 1914, pero tuvo que acudir a la llamada de gobierno francés».

A través de la documentación que se expone, supo que falleció «el 21 de junio de 1916 y su cadáver no se halló nunca. Esta guerra, cualquier guerra, es un horror que rompe la vida de cualquier persona y de cualquier familia».

Alberto Supiot señala que «lo que pudo ser una vida de felicidad, acabó con mi abuela viuda, que se ganó la vida cuando vino a Valladolid y abrió una escuela francesa».

El frente alemán

En el frente alemán estaba Wilhem Geck, abuelo de Sabine Geck, profesora de alemán en el Departamento de Filología Francesa y Alemana de la Universidad de Valladolid. «He querido retratar la tragedia que vivió mi abuelo, de forma cronológica y descifrando la documentación que he podido conseguir, reviviendo la guerra desde el principio hasta el final, porque estuvo en el frente durante todo el conflicto».

Manifiesta que su abuelo «quedó inválido» al caer herido en Flandes en 1918 «y no murió porque un desvalijador de cadáveres le salvo la vida. Al ir a ver si tenía algo de valor, se dio cuenta de que mi abuelo estaba vivo y lo llevó a un puesto de socorro».

Claire Lebeau, profesora de la Alianza Francesa, colabora también en la exposición con documentación de su bisabuelo Prudent Lebeau. «Como tenía una herida en una pierna cuando le enviaron a la guerra, estuvo de telefonista, enviando órdenes».

Asegura que con el tiempo ha sabido alguna anécdota de su bisabuelo en la guerra como que «él no bebía alcohol y como les daban mucho lo repartía entre sus compañeros. La guerra era un tema tabú en casa y solo hablaba de ella cuando le visitaban sus compañeros».

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