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Joaquín Díaz en la preparación de una exposición de moda de época en 2012.
«En cada generación solemos perder hasta un 40% de las tradiciones»

«En cada generación solemos perder hasta un 40% de las tradiciones»

Alerta de que España tiene un patrimonio tan vivo «que no lo cuidamos tanto como otros países donde la ciudadadanía es consciente del riesgo de perderlo»

Jesús Bombín

Miércoles, 9 de julio 2014, 12:21

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Rescatador de tradiciones y redescubridor de músicas, letras, hablas, objetos y costumbres sepultados por el paso de los años, la modernidad o la desmemoria colectiva, Joaquín Díaz lleva toda una vida siguiendo el rastro del patrimonio material e inmaterial. La suya es una búsqueda en la memoria cuyo resultado nos ayuda tener raíces que nos anclen y ofrezcan un espejo comunitario en el que mirarnos. «Es una satisfacción que te den la Medalla de Oro en un sitio de la provincia donde has estado trabajando toda tu vida. Y para mí es un orgullo que la Diputación haya confiado en un proyecto que lleva mucho tiempo».

Desde que la Diputación aprobó en 1985 la creación del centro de documentación ¿Cómo valora la trayectoria de la Fundación Joaquín Díaz?

La Fundación ha crecido en la medida que cabía esperar porque es un proyecto colectivo a pesar de que aparezca como muy personalizado. La misma sociedad no debe olvidarse ni de su patrimonio ni en qué bases está asentado. Espero que la Fundación esté consolidada y no haya ese tipo de sorpresas desagradables que tiene de vez en cuando la historia. Veo con satisfacción lo que se ha conseguido, porque se ha hecho mucho. Se puede decir que al mantener relaciones con tantos centros de todo el mundo, al contar con 1.200.000 visitas de gente que entra interesándose por el contenido de la página web, eso quiere decir que lo que hacemos interesa y mucho.

¿De dónde viene su afición por rescatar el pasado?

Es muy antigua. De pequeño recuerdo que siempre he tenido interés y curiosidad por las cosas, no es algo que haya surgido, es una especie de necesidad, me gusta el pasado de la misma manera que me atrae el futuro y yo digo siempre que el pasado es mucho más benigno con el ser humano, es algo que no puedes cambiar.

Ha viajado por EE UU y países de Europa y ha tenido oportunidad de conocer su cultura tradicional. ¿Resistimos la comparación?

Por un lado, he visto más interés en el pasado patrimonial en otras naciones. De hecho, algunas lo cuidan especialmente porque piensan que está medio perdido. Nosotros tenemos tan vivo el patrimonio que en muchos casos no nos preocupamos de él, y eso puede ser un inconveniente porque es algo que hay que regar todos los días, tratarlo con mimo y primor. Portugal, que iba por detrás de España, está aprendiendo de nuestros errores, cuida más su patrimonio y no ha destruido tanto como nosotros: tenemos una sociedad que se come así misma. Al patrimonio no le damos la importancia que merece, nos parece que tiene que ser natural el lenguaje, los modos de expresión...

¿Qué le queda por rescatar?

Muchísimas cosas. De hecho, en los últimos años si no he grabado más discos es porque no he tenido ni tiempo ni cabeza para ello. Tengo pendiente un disco de nanas. Está todo preparado y arreglado salvo la voz. Solo está esperando ese momento de tranquilidad que no tengo.

¿Cuánta de nuestra cultura tradicional ha desaparecido?

Cuantificar es muy difícil porque en la cultura tradicional hay una parte común y otra personal. En general solemos perder en cada generación entre un 30% y un 40% de las tradiciones y expresiones. Nos queda lo esencial pero hay muchas pérdidas porque estamos preocupados por otros asuntos. Con cada persona que se va se marchan una cantidad de conocimientos que es una pena.

Es junto a Carlos Piñel, actual director, uno de los impulsores del Museo Etnográfico de Castilla y León. ¿Es el gran desconocido de los castellanos y leoneses?

Pues hombre, no sé quién va y no va, pero desde luego merece la pena ir a verlo. Es uno de los mejores centros en España para aprender y conocer mejor la cultura tradicional. Y también de Europa yo diría, no me quiero quedar corto, y no tanto porque haya ayudado a hacerlo, sino porque se acertó con la fórmula: se da una información que ayuda mucho a la gente que va a conocer de cerca el pasado, pero no ese que ha quedado arrumbado, sino el pasado en su sentido más valioso y práctico, y la estética con la que está diseñado lo hace atractivo. Su discurso hace muy especial este museo.

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