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Las manos terapéuticas de Tomás, sosteniendo sus baquetas.
Tributo a Leño por orden del coronel

Tributo a Leño por orden del coronel

Tomás Martín, percusionista de la Orquesta de Castilla y León

Victoria Martín Niño

Jueves, 29 de mayo 2014, 14:09

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Tomás hizo la mili en Valladolid, como otros muchos madrileños. «Tuve suerte y entré en la banda militar. En el cuartel no había mucho que hacer, cantina o estudio, así que toqué todo lo que pude». Tomás Martín cursaba el Grado Superior de Percusión en Madrid, terminado ya. Era el único profesional en la banda de nueve miembros, que se extinguió hace quince años. «Al coronel del cuartel le pareció muy moderno tener un grupo de rock, compró instrumentos y me asignó la batería y la dirección. Quería un concierto cada dos meses. Tiene gracia, tocar rock por obligación en traje militar. Leño era de lo que más hacíamos, ya aburría el Maneras de vivir».

Colgó el uniforme y tanta percusión se dejó sentir en su antebrazo izquierdo (codo de tenista, tendinitis). Tuvo que aparcar las baquetas durante un año. «Ahora hay Internet pero en 1990 fue desesperante. En mi familia gastamos el dinero que no teníamos en el traumatólogo 10.000 pesetas cada consulta. Todo para nada, después de muchas vueltas fue un masajista el que me recuperó en tres semanas». Aquello le marcó hasta el punto de lanzarse a bucear en las razones físicas y los posibles remedios a su mal, empujado por el miedo en cada recaída. «No quería volver a pasar por lo mismo». Primero estudió técnicas de masaje terapéutico, luego osteopatía y, cuando los titulados superiores de Música pudieron hacer los cursos de doctorado, ya atesoraba un vasto conocimiento. Pero antes de ser doctor, había que terminar la carrera.

Quien empezó en la banda de cornetas y tambores de Alcorcón, dándole a la caja, fue seducido por la grandeza sinfónica en los conciertos de la Orquesta Nacional y la de Radio Televisión Española cuando ambas cohabitaban en el Teatro Real. «Nos daban entradas los profesores, muchos de ellos miembros de la orquesta de RTVE. Así que los viernes, tras el ensayo de la banda, cogíamos el autobús y a Madrid. De 19:30 a 21:30 tocaba la de RTVE y de 22:30 a 0:30, la ONE. Ahora es impensable acabar tan tarde».

La pierna de Paco de Lucía

Fue a estudiar al Swelling Conservatorium de Amsterdam con una beca. «Hoy en día están más diversificados los destinos europeos para estudiar, la gente va a Basilea, Weimar Alejandro, alumno de Salamanca, está allí dando clase, Londres, pero entonces Amsterdam tenía la fama y muy buenos profesores». Y de allí a la Sinfónica de Castilla y León en 1993, donde su hermano mayor, Juan Antonio era timbalero solista. Sacó su plaza.

El Tomás músico trabajaba en Valladolid, el futuro doctor seguía formándose en Madrid. En 2008 lee su tesis Estudio sobre las lesiones producidas por movimientos repetitivos en músicos de Castilla y León. Factores de riesgo y tratamiento mediante osteopatía, masoterapia y crioterapia en la Facultad de Educación de la UVA. Y en 2010 se incluye una asignatura en el primer curso del Superior de Salamanca llamada Ergonomía y Prevenciones de Lesiones Musculoesqueléticas en Músicos. «Hay un error de base durante la enseñanza media musical, el de no valorar el cuerpo como herramienta. Además en el último curso del Grado Medio coincide con segundo de bachillerato, la selectividad o lo que la sustituya, y con la presión de la prueba para entrar en el Superior. Los alumnos están volcados en la técnica, en sacar adelante un repertorio sin tener en cuenta su cuerpo».

Las lesiones por «sobreuso, provocadas por los movimientos repetitivos» son las más comunes. Los que más las sufren, «la cuerda, sobre todo los violines. Por ejemplo después del programa de Bychkov (pasado febrero, Quinta sinfonía de Beethoven y Segunda de Franz Schmidt) acabaron fatal y hubo varios de baja». Después de la cuerda, los guitarristas son los instrumentistas más habituales en su consulta. «Paco de Lucía hizo mucho daño. Cuando comenzó a cruzar la pierna tocando, todos le imitaron y es una postura peligrosa. Era más ergonómico buscar un apoyo un poco elevado para el otro pie, como hacían los clásicos». En géneros como el rock, la mano izquierda, la del mástil es la más resentida de la actividad musical. «Pero es difícil que tomen precauciones, cuando vives el subidón de tantos vatios en un escenario, ante un estadio lleno de gente, nadie piensa en la posición de cuerpo».

Algo más que posturas

A pesar de que esta faceta le ocupa ya la mitad de su tiempo, está a media jornada en la OSCyL, Tomás no quiere abandonar la música. Pertenece a una familia instrumental «en plena expansión en los últimos cincuenta años, con creciente presencia en la música contemporánea y que da al compositor la libertad de hacer música con discos de freno, cubos de basura o una ocarina, lo que él quiera», de la que disfruta, tanto en el aula como en el escenario. Ciclista y corredor, acude puntual cada martes a las conferencias en el Museo de la Ciencia y se extraña de que «no haya más gente».

El próximo septiembre las librerías acogerán su libro Cómo tocar sin dolor. Tu cuerpo tu primer instrumento (Editorial Piles), un intento de prevenir lesiones proponiendo a los músicos ejercicios y hábitos que les ayuden.

Tomás cuida a su primer instrumento con dos medidas tan naturales como infrecuentes en estos tiempos: una reserva de tiempo diaria y la ausencia de móvil.

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