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El mal ojo del carnaval

El mal ojo del carnaval

Las lentillas de colores son el remate espectacular al disfraz pero comprarlas por Internet o no tomar precauciones puede causar lesiones en la córnea

guillermo elejabeitia

Miércoles, 22 de febrero 2017, 21:04

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El éxito de un buen disfraz radica en la mirada. Una peluca, la ropa, el maquillaje o los complementos ayudan a construir el personaje, pero nada como mirar a través de sus ojos para resultar convincente. Un zombie asustará más con los ojos inyectados en sangre, Catwoman será más felina con las pupilas rasgadas y el perfecto vampiro debería llevar el crepúsculo grabado en sus ojos. Las lentillas de colores y diseños arriesgados son el último grito en parafernalia carnavalesca, pero son capaces arruinarle la fiesta a quien las use a lo loco. No atender a las debidas precauciones «puede acarrear desde una irritación sin importancia hasta lesiones que pongan en peligro el ojo», advierten los oftalmólogos.

Una búsqueda rápida en Internet arroja una variedad asombrosa de lentes de contacto para disfrazarse. Iris amarillos para parecer un orco, rojos como un diablo, blancos como los de Marilyn Manson, pupilas reptilianas, agigantadas o con el emblema de Batman y globos oculares teñidos por completo de negro, de blanco o con el diseño de un balón de fútbol. Los precios oscilan entre los 50 euros de las más sofisticadas ­las hay incluso que brillan en la oscuridad y unos irrisorios siete euros a los que hay que sumar los gastos de envío.

Primer error. Las lentillas, sean o no de colores, no dejan de ser un producto sanitario y la legislación española prohíbe expresamente su venta a través de Internet. Junto a marcas reconocidas que cumplen con todos los estándares de calidad de la Unión Europea, en la red proliferan productos de origen dudoso y fabricante desconocido. En estos casos, comprar la opción más barata puede ser una lotería. «Desconfíaría de unas lentillas que se venden por menos de 10 euros», advierte el doctor Juan Durán, director médico del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología.

El camino más corto para evitar sorpresas desagradables es el que conduce al mostrador de una óptica. Allí la variedad es similar unas cuarenta posibilidades de diseño distintas y de uso diario, mensual o anual pero con más garantías, lo que también eleva su precio a una horquilla de entre 20 y 50 euros. Pero lo que es más importante, van acompañadas del asesoramiento de un profesional. Quienes usan lentes de contacto probablemente estén familiarizados con los inconvenientes de introducir un cuerpo extraño en el ojo cada mañana. «El problema es que en carnavales hay mucha gente que se las pone por primera vez, sin conocer unas mínimas pautas de seguridad», explica el doctor Durán. En esos casos el oftalmólogo directamente desaconseja su uso o, al menos, que el interesado visite previamente a un especialista. «No todos los ojos toleran las lentes de contacto», advierte. Descubrirlo en una noche de fiesta puede ser fatal.

Lo ideal sería realizar un examen ocular y aprender unas normas básicas de manipulación. «Nadie debería salir de la óptica con unas lentillas de colores sin que se le haya hecho una adaptación previa y conocer las medidas de higiene», explica la optometrista María José García. A saber, lavarse las manos cuidadosamente antes de tocar las lentes, enjuagarlas en una solución desinfectante nunca en agua del grifo y conservarlas en un recipiente adecuado. El uso para disfraz añade otras precauciones, como colocarlas antes de aplicar el maquillaje y e intentar no manipularas durante la fiesta.

Zombies al volante

Una vez colocadas, «hay que tener en cuenta que la pupila se dilata durante la noche pero el dibujo no, por lo que afectarán a la visibilidad». Conducir con ojos de zombie no es buena idea. Tampoco es buena idea intercambiarlas. Prestar a un amigo las lentes de contacto rojas junto con el disfraz de diablo del año pasado puede convertirse en un infierno. «No son un complemento más, son personales e intransferibles», advierten los profesionales.

No conviene perder de vista que serán usadas en circunstancias muy diferentes a su uso habitual. Las condiciones de los ojos en una salida nocturna no son las de una jornada normal. «Un descuido puede ocasionar una contaminación con gérmenes muy agresivos». Si la fiesta se prolonga quizá sea necesario renunciar a parte de la caracterización. «Los tintes que llevan hacen que el ojo respire peor que con unas convecionales». No conviene llevar las lentes más de 8 horas seguidas, aunque hay quien estira su uso algunas más, nunca más de 12 y mucho menos dormir con ellas.

«Las lentillas son la primera causa de infecciones en la córnea, hacer un uso frívolo de ellas puede tener consecuencias graves», recuerda el doctor Durán. Las más comunes son «conjuntivitis, una pequeña erosión de la córnea o inflamaciones sin mayor repercusión». Quitársela, enjugarla con agua corriente y volvérsela a poner, contaminar el estuche con otros líquidos o bañarse con ellas puestas pueden acarrear problemas mayores. «e han llegado a producir lesiones serias que han derivado en transplantes de córnea o incluso a perder el ojo», apunta el oftalmólogo.

Es lo que le pasó hace unos meses a Johnny Hybrid, un famoso cosplayer, por culpa de un accidente doméstico. Esta tribu urbana que se disfraza como personajes de cómic para jugar a juegos de rol son uno de los objetivos más jugosos para la industria de las lentes de colores. El tal Johnny se disponía a caracterizarse como su avatar, ajeno a que momentos antes su novia había estado peinándose con abundante laca donde descansaba el bote de sus lentes. «Me puse una lentilla llena de laca y mi ojo empezó a arder, presa de la desesperación pellizqué la lente y me llevé parte de la córnea con ella», explicaba después a sus seguidores en las redes sociales. El disfraz casi le cuesta un ojo de la cara.

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