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Maquinaria en funcionamiento en depósito de rechazos de Palencia con el vertedero de Valdeseñor (en proceso de sellado) al fondo de la imagen.
Adiós al 'basurero' clásico

Adiós al 'basurero' clásico

Valdeseñor (Palencia), con un vertido de un millón de metros cúbicos de basura orgánica, ejemplifica el paso del sellado de vertederos antiguos al tratamiento de residuos en nuevos depósitos

el norte

Domingo, 11 de octubre 2015, 17:42

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Tres décadas admitiendo basura orgánica, aquella que todos producimos en nuestras vidas, en casa, en la calle, en el restaurante... Ahora ya ha dicho basta. Valdeseñor, en las afueras de Palencia, ejemplifica las nuevas políticas vinculadas a las infraestructuras de residuos en Castilla y León. Durante 30 años, hasta 2011, sus 3,5 hectáreas albergaron un millón de metros cúbicos de residuos, sin ningún tipo de separación anterior.

Ahora es parte del plan de sellado de vertederos que las grandes ciudades tienen en su anillo exterior desde hace muchos años, también poblaciones más pequeñas e incluso los pueblos con pocos habitantes cuentan con su escombrera. Ahora, llegó el fin de los 'basureros' clásicos. Valdeseñor quedará enterrado para siempre. A su lado, un Centro de Tratamiento de Residuos (CTR), con los principales avances de reciclajes, y un depósito de rechazos, que deberá acoger aquella porquería que ya no tiene uso alguno, como las bolsas de plástico, que en un ventoso día sobrevuelan por encima de las cabezas en el páramo palentino.

Y es que la Consejería de Fomento y Medio Ambiente completará el sellado de vertederos en Castilla y León con un impulso de 12,8 millones de euros para cerrar los 34 que faltan antes de 2017. En este sentido, a su término, la Comunidad habrá invertido 131 millones de euros para precintar 551 basureros en los últimos años.

La empresa contratista, Obras Hergón, logró la adjudicación de este sellado en Valdeseñor por un importe total de 1,19 millones de euros, a pesar de que el valor estimado del contrato en un principio era superior. Allí trabajan las máquinas, moviendo tierra y presionando la basura, pero principalmente, ultiman un enterrado de varias capas de diferentes materiales, tal y como explica a Ical Ramon Martín-Sanz, de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente: «Se intercala tierra, tanto inerte como fértil, y después se suma una lámina de polietileno de alta densidad (PEAD) y capas de geocompuesto drenante con dos capas de geotextil filtro». El objetivo es camuflar el viejo basurero en el terreno, algo que se conseguirá, finalmente, con la siembra de hierba y productos autóctonos de este páramo, como romero y tomillo también.

El principal problema que deben superar los técnicos, explica Martín-Sanz, en el precinto de un basurero de estas características es la producción de lixiviados, «ese agua que suelta el residuo, muy contaminante, cuando llueve y que se filtra». Para evitar su llegada a cauces y pequeños cursos de agua, el vertedero llevará integrado un pequeño sistema que finaliza con una tubería que traslada este líquido a una balsa exclusiva técnicamente preparada para ello. Una cuba se encargará de transportar los lixiviados al CTR, donde será depurada. Los nuevos depósitos de rechazos cuentan ya con láminas de polietileno desde la base que mantienen mejor controlados esos líquidos.

Desgasificación y aprovechamiento

Martín-Sanz señala que es necesaria la desgasificación de este tipo de infraestructuras. Para ello, se colocarán unas chimeneas rodeadas de grava y revestidas también de polietileno que partirán desde la base y que serán visibles una vez terminada la obra.

El tratamiento del gas puede tener dos destinos para su reciclaje. Por un lado, recogerlo desde esas tuberías que asomarán en el vertedero con un sistema de absorción que se almacena en una antorcha y que más tarde se convierte en biogás, con una riqueza del 50 por ciento de metano, lo que contribuye bastante al efecto invernadero, motivo por el que se quema para producir dióxido de carbono (CO2), «mucho menos nocivo para el medio ambiente».

La otra opción que se plantea es recoger ese gas para aprovecharlo en el funcionamiento de motores del Centro de Tratamiento de Residuos y «crear electricidad». El propietario de la infraestructura, que es el Ayuntamiento de Palencia, ha optado por la primera fórmula, la de las antorchas.

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