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Roberto Vidal, a hombros tras su triunfo.
Roberto Vidal se apunta la primera en Benavente

Roberto Vidal se apunta la primera en Benavente

El de Villavicencio se impuso al campeón de España, Dany Alonso, en la Liga del Corte Puro

Lorena Sancho Yuste

Lunes, 1 de junio 2015, 14:42

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El Corpus de Benavente aguardaba a Roberto Vidal como sus riñones a Escapadito. Se arrancó como un tiro el sobrero de Esteban Isidro (devuelto el titular de María Cascón por descaderarse), tanto que en el momento justo del embroque, y tras rozarle un brazo, cayó al suelo el de Villavicencio por la inercia de la fuerza. Se levantó y salió airoso. Aquello era un clamor. Era el segundo corte de la final, pero para Benavente ya había ganador. Roberto Vidal caminaba por el callejón aclamado por los espectadores, que ovacionaban su paseíllo alrededor de la plaza. Era cara o cruz. Porque tanto Vidal como su compañero y amigo zamorano Dany Alonso habían afilado espolones en una pelea de gallos milimétrica, una batalla por alzarse con el título de campeón de la primera fase de esta Liga del Corte Puro 2015. Tanto quiso ajustar Dany Alonso el embroque que el de Esteban Isidro, con una culata que metía miedo, enmorrillado, serio y hechuras de toro, se lo llevó de calle en el tercer y último corte. Pitonazo en su menudo muslo y corte bis, más holgado. La balanza se inclinó de nuevo hacia un Roberto Vidal que escuchaba su nombre coreado en las gradas. Rober Vidal, lo lo lo lo lo y un eh, eh, eh al compás de su cite no se descompusieron al chaval vallisoletano. Citó con templanza y metió unos riñones que valieron una fase de la Liga del Corte Puro. La plaza estalló al unísono, como ese gol que da una liga en el descuento. Roberto Vidal había coronado el Corpus.

Sol de justicia, plaza a punto de agotar el papel y un ambiente de expectación en este comienzo de uno de los circuitos más prestigiosos del toreo popular en todo el país. Toropasión desembarcaba con estos ingredientes en Benavente, de la mano del patrocinio de El Norte de Castilla, para poner la emoción a uno de los festejos más esperados del abono benaventano. Cinco novillos de María Cascón (el de la final devuelto), que se antojaron complicados en su lidia para los 16 primeros chavales de esta fase clasificatoria.

El primero, bizco del del izquierdo, no fue gran cosa. Tardó en la arrancada, ofrecía después una embestida sosa, sin meter la cara ni acercar el hocico a la arena. Dos debutantes, Juan Marbán y Mititi, tocaron las teclas con solvencia, pero fue el simanquino Diego González el que consiguió meterse en la final tras aguantar con estoicidad en cada embroque.

Entraba Javi García, de Fuentesauco, semi inconsciente a la enfermería de la plaza al terminar el segundo novillo. La violencia de la voltereta y la caída a plomo fue brutal. Cogida fea, mucho, la segunda consecutiva que le dejaba el bravo novillo de María Cascón. El genio del atanasio intuía un embroque difícil, y no se tragó el doceavo y último corte. El susto quedaba en una aparatosa brecha que ensangrentó su camiseta. Hasta ese instante los cuatro castellanos que por sorteo compartieron grupo habían disfrutado con el motor y la emoción en la embestida de este Ventanero, negro bragado, acapachado de cuerna y cuajado.

Abrió Dany Alonso en los medios, cual Sebastián Castella pero sin muleta. Y ni respiró. Aguantó la brutal arrancada del de María Cascón y la burló con apenas un paso. Benavente entró en ebullición. Era la carta de presentación del marbano, que ayer ofreció una lidia variada en suertes alejada de la teórica citar, templar, ganar la cara y ajustar. Lo de este novillo, de franca embestida, fue el prólogo de lo que posteriormente ocurriría en la final, con una batalla entre Alonso y Vidal, donde Eusebio Sacristán Use enjaretó un tercer corte con mucha verdad y quietud.

Al tercero no fue fácil lidiarlo. De exquisita nobleza y ni un ápice de maldad en la embestida, ofrecía un buen tranco en el embroque, aunque había que tragar su arrancada casi andando. Volvió Sergio García Tororo a sonreír en la cara del animal, cuando le pudo enjaretar un par de cortes de los de disfrutar en la cara del toro. Lo del cuarto, de pinta guapa, y bruto en su comportamiento, fue otro cantar. La pulcritud del corte la compusieron mano a mano Jesús Sánchez Zazo, medinense que rubricó un tercer embroque de acuarela, y un Javier Santander Gusi que marcó todas y cada una de las pautas de la definición de corte puro. Sin aspavientos, con una tranquilidad pasmosa, el argandeño citó ayudado por su mano. Dio la ventaja al animal con un temple exquisito y ajustó con un toreo apaulado en su cintura. No era fácil lidiar al explosivo animal, de arrancada brutal, y Gusi le consiguió templar y amortiguar. Tan sencillo como inadvertido para una gran parte del graderío.

Antes de la final emocionaron unas valentísimas Rocío Pulido e Irene Morales, las cortadoras de Pasión de Mujer que acabaron llorando de emoción tras la prolongada ovación que Benavente brindó a su actuación frente a un cuajado novillo.

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