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'Es una pena irse, pero es peor no despedirse'

'Es una pena irse, pero es peor no despedirse'

Un empresario burgalés comercializa ataúdes de cartón reciclado inspirados en las viñetas sobre los atentados de la revista 'Charlie Hebdo'

josé carlos rojo

Martes, 2 de mayo 2017, 13:44

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La primera pregunta que la gente plantea cuando ve el ataúd de cartón siempre es la misma: ¿Realmente resiste? «Pues sí, resiste», aclara Manuel Revilla. De ahí el término Resistible para bautizar la firma con la que comercializa desde principios de año esta suerte de féretro ecológico.

«El cartón reciclado es un material muy común. Nosotros llevamos 15 años trabajando con ello y podemos transformarlo en cualquier cosa», cuenta el empresario burgalés, que por el momento vende el producto en Madrid y el norte de España. «Toda la vertiente ecológica es importante porque este producto es nuevo, comprometido con el futuro y fabricado a mano, en España, con materiales biodegradables. Pero aún más importante que todo eso es la forma en que el mismo ataúd sirve para transformar la esencia del rito funerario», aclara Revilla a El Diario Montañés.

Su lema es claro: 'Es una pena irse, pero es peor no despedirse'. «La idea surgió tras los atentados en Francia a los trabajadores de la revista 'Charlie Hebdo'. Vimos multitud de imágenes en las que los compañeros ilustraban los ataúdes de los artistas asesinados con mensajes de despedida. Me pareció muy entrañable y sano, una forma de entender la muerte mucho más constructiva e interesante. Creo que en nuestra cultura lo vemos como algo oscuro y frío. No me gusta nada. Un funeral debería ser lo más parecido a un homenaje a la persona que nos ha dejado». Con esa filosofía tiene su lógica el diseño del ataúd.

Todo va encaminado a intervenir en el rito funerario. «Queremos darle la vuelta, hacer de la experiencia algo mucho más participativo, social, y romper tabúes como es la presencia de los niños». La pintura que decora la superficie superior de la caja tiene acabado de pizarra; permite pintar sobre ella. «Así todo el mundo puede participar de la despedida. Lo que no es lógico es que los velatorios se planteen como lugares sólo de lamentación. A mí me gusta que la gente exprese sus sentimientos, que deje constancia de ellos en la ceremonia, y que todo el mundo pueda compartir con el resto lo que ha escrito». Hay frases de todo tipo, «unas más convencionales, como te quiero, no te olvidaremos, nos queda tu sonrisa; y otras más personales, en que la gente vuelca todo su corazón sobre la pizarra».

Los tres tonos que baraja a día de hoy el diseño están pensados para perfiles diferentes: «El azul está más enfocado a las zonas de mar, el beige tiene más lógica en la España del interior, como Castilla y Madrid, y el verde es ineludible cuando se trata de un producto que es ecológico», cuenta Manuel Revilla; aunque el diseño está abierto a ampliar la paleta de colores y la lista de tamaños para adecuar el producto a las diferentes medidas de los nichos.

Reivindica la presencia de los niños en la despedida: «Siempre se los ha apartado de estas cosas y creo que es un error. Ellos, igual que el resto, tienen derecho a decir adiós, por ejemplo, a su abuelo». «Hemos asistido a funerales donde los niños han mostrado una respuesta ejemplar a la propuesta que se les hacía para participar en el rito con sus mensajes escritos. Ellos no ven límites y son capaces hasta de dibujar un mensaje al fallecido. Lo ven con mucha más naturalidad que los adultos», razona Revilla, que ha sumado a la idea el llamado árbol de la vida.

«Es un complemento, un árbol de cartón que sirve para que los familiares y amigos cuelguen sus tarjetas, fotos, mensajes. También es 100% sostenible». En ambos casos los materiales son biodegradables. «El cartón ondulado está libre de formaldehídos, proviene de bosques sostenibles y es completamente reciclado. Las pinturas son acuosas, no contienen barnices, o compuestos fluorados o clorados. El recubrimiento interior está fabricado por una tela compuesta por algodón 100% orgánico». «Hemos pasado unos controles de calidad muy férreos y por eso el producto, fabricado íntegramente en España, a mano, tiene un valor añadido muy grande». Y se nota en el precio. Está algo por encima del coste medio de un ataúd convencional.

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