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Los codirectores de las excavaciones de la Sierra de Atapuerca (Burgos) acompañados por la consejera de Cultura, Alicia García, presentan los resultados y hallazgos de la campaña. En la imagen, José María Bermúdez, muestra una escápula infantil de Homo Antecessor.
La mayoría de edad del eslabón perdido

La mayoría de edad del eslabón perdido

Dieciocho años después de que se publicara la primera diagnosis del 'homo explorador' se sabe que practicó el canibalismo hace 850.000 años y que es el tío carnal del ancestro común de esta era

EL NORTE

Domingo, 31 de mayo 2015, 17:16

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El número de mayo de la revista Sciencie de 1997 fue uno de los más comprados de todo el país. Contenía la diagnosis que el equipo liderado por José María Bermúdez de Castro había realizado durante más de dos años para presentar a una nueva especie: el Homo antecessor. El «hombre explotador» se presentaba a la comunidad internacional como el último ancestro común de los neandertales (Homo neanderthalensis) y de los humanos modernos (Homo sapiens). El 'paper' alteró a más de uno. Era la primera vez en más de 30 años que un grupo científico proponía una nueva especie, y la primera vez que se hacía desde España.

Dieciocho años después de la presentación de la propuesta, que no estuvo exenta de críticas y desaires por parte de la comunidad científica europea, el Homo antecessor cumple la mayoría de edad. Dieciocho años que han supuesto numerosos avances en el conocimiento de una especie clave en el estudio de la evolución humana y que, tras años de estudio, permite afirmar que antecessor fue «algo así como el tío carnal» del ancestro común del género homo con los actuales humanos, que para muchos se identifica con la especie Homo heidelbergensis, presente también en la Sierra de Atapuerca.

Para hablar del 'hombre explorador' es necesario viajar en el tiempo. Concretamente a julio de 1994, momento en el que se descubrió la especie. Aurora Martín, actualmente coordinadora del Museo de la Evolución Humana de Burgos, todavía se emociona cuando recuerda lo que sintió aquel caluroso día de julio en el que encontró los primeros fósiles de la nueva especie. «Aquel día supe que se podía reír y llorar al mismo tiempo», destaca en declaraciones a Ical.

Estrato Aurora

«Recuerdo aquel día como el más especial de mi vida», sostiene Martín. Como todos los días de aquella campaña, Aurora se encontraba trabajando en el nivel TD-6 del yacimiento de Gran Dolina, cincel en mano bajo un sol de justicia «porque ese año hizo muchísimo calor...». «Estábamos todo el equipo y lo primero que encontramos fueron tres dientes que salieron como si nada. Nada más tenerlo en mis manos, cuestionamos que fueran humanos», explica. La duda quedó despejada en cuanto apareció por el yacimiento José María Bermúdez de Castro, especialista en la materia. «Miró los dientes. Se quedó serio y comenzó a reír.», rememora Martín.

La imagen de Aurora y el resto del equipo dio la vuelta al mundo. Tal fue la repercusión del hallazgo que el estrato pasó a llamarse 'Estrato Aurora'. «Era la primera vez que había una especie propia en España», destaca Martín. «Ese hallazgo marcó un antes y un después porque se ha visto que aquellos restos pertenecían a una especie propia a la que hoy se sitúa en un margen de antigüedad de entre 850.000 y 900.000 años». Se pudo confirmar así la presencia de homínidos en Europa más allá del límite de los 500.000 años, como se venía pensando hasta la fecha, en virtud de los descubrimientos de la tibia de Boxgrove en Inglaterra y la mandíbula de Mauer en Alemania.

En la 'Capa Aurora' se obtuvieron 85 restos fósiles humanos muy fragmentados de diferentes partes esqueléticas y de un mínimo de seis individuos. Asimismo, salieron a la luz 268 utensilios líticos y más de 4.000 restos fósiles de diferentes macrovertebrados.

Veinte años después de aquel hallazgo, Martín entiende que ese hallazgo «fue una bomba». «Hay que darse cuenta de que en el año 1994 no había habido ningún descubrimiento así en todo el continente euroasiático. Luego se descubrió Dmanisi, en Georgia, pero nosotros tuvimos la suerte de poner cara a esa especie al encontrar los restos de lo que se conoce como 'El Chico de Gran Dolina'.

Convulsión científica

Pese a que los restos se descubrieron en 1994, no fue hasta 1997 cuando el equipo de Atapuerca definió a Homo antecesor como una especie propia, capaz de haber llegado a pie a la Península Ibérica desde Asia, y no desde África como se pensaba, ya que las corrientes marítimas no eran favorables para cruzar el Estrecho de Gibraltar. Lo único que resta para dar peso a la especie es encontrar restos en el continente asiático. Algo que todavía no se ha producido pero que la comunidad científica de Atapuerca confía en conseguir. «Es lo único que queda, sucederá», afirma a Ical Martín.

El rostro de Antecessor

Uno de los rasgos más característicos de antecessor, y probablemente lo que le hace distinto al resto de especies del género homo, es la mezcolanza de rasgos arcaicos con modernos. Así lo estiman los investigadores después de haber analizado en este tiempo los fósiles hallados en los distintos niveles de Dolina. Gracias a los mismos se ha podido poner rostro a la especie, en virtud a los restos fragmentados de un individuo de unos 11 años conocido como el 'Chico de Gran Dolina'.

Desde el pasado verano, el joven de Dolina duerme en el Museo de la Evolución Humana de Burgos (MEH). La escultura hiperrealista de Homo antecessor, realizada por la paleo-artista francesa Elizabeth Daynès, permite poner cara y cuerpo al «hombre explorador» en la Galería de los Homínidos del Museo.

La artista francesa cotejó cerca de 160 restos fósiles de la especie para dar forma a un adolescente de estatura media con rasgos arcaicos y otros modernos con una profunda mirada. Para ello, Elizabeth tomó como referencia decenas de fragmentos esqueléticos hallados en los niveles de Dolina, muchos de los cuales eran diminutos debido a su fragmentación. Por ello, Bermúdez de Castro actuó como asesor científico para completar el conocimiento de la especie.

El resultado final, y en este caso la cara de antecessor, se basa en el maxilar ATD6-69, que perteneció a un niño de unos diez años, y cuyos restos aparecieron en el citado yacimiento de Atapuerca. El resto pudo completarse con un hueso frontal (ATD6-15), que pudo pertenecer al mismo individuo. «Nos proporcionan una idea muy fiable del aspecto facial de los adolescentes de Homo antecessor», destacó Bermúdez de Castro durante la presentación de la escultura en el MEH.

Gran Dolina

La excavación de Gran Dolina comenzó en septiembre de 1981 con una mínima plataforma de 15 metros cuadrados en el entorno superior del yacimiento. Fueron ocho personas las que desbrozaron en un inicio la parte superior para abrir un agujero en el techo de la cueva. Trabajaban con picos y palas como herramientas.

En la actualidad, Dolina es un yacimiento bien distinto. La plataforma se ha ampliado hasta los 80 metros cuadrados y emplea a unas 40 personas en su excavación cada campaña estival. En la última, se continuó excavando en dos niveles distintos: el nivel TD10 con una antigüedad de unos 400.000 años y el nivel TD4 de entre 1.000.000 y 900.000 años de antigüedad.

Canibalismo

En el transcurso de estos 18 años han sido muchos los estudios que han avanzado en el conocimiento de la nueva especie. Uno de los más destacados reveló que antecessor practicó el canibalismo gastronómico de forma habitual hace unos 800.000 años en Atapuerca. Se trata del caso de canibalismo cultural más antiguo conocido hasta el momento, según un estudio de varios miembros del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).

Durante las campañas arqueológicas de 1994 y1996 se encontraron evidencias humanas en el nivel TD6 de Gran Dolina que permitieron plantear la hipótesis de canibalismo en esos huesos. «Se trata del canibalismo cultural más antiguo conocido hasta el momento», indican los autores del trabajo. «Estos datos sugieren que las estrategias de caza y el consumo de carne humana eran frecuentes y habituales», asegura Palmira Saladié en el estudio. Queda aún por saber si se comieron entre miembros de una misma especie o eran dos distintas. Un dato que para los investigadores resulta «crucial».

18 años después

José María Bermúdez y María Martiñón analizan la mayoría de edad de la especie a la que, con empeño, han visto crecer. «Antecessor ha llegado a la mayoría de edad, no sin sufrir críticas injustas e injustificadas o de ser ignorada por algunos colegas», destacan los investigadores vinculados al Cenieh, que valoran «que la razón se va imponiendo» y la especie haya entrado en la mayoría de las filogenias del género Homo. «Estamos convencidos de que su aceptación será unánime cuando excavemos el nivel TD6 en toda su extensión y dispongamos de varios centenares, quizá miles, de restos fósiles de la especie. «La diagnosis será mucho más completa y convincente», apostillan.

De lo conseguido en este tiempo, destacan el estudio de los restos encontrados entre 1994 y 1996, así como los hallados entre 2003 y 2005. «Aunque el estudio continúa en la actualidad, tenemos mucha más información que en 1997», asevera Bermúdez de Castro, que destaca que «ahora se puede asegurar que Homo antecessor tiene caracteres muy similares a los nuestros, así como un buen puñado de rasgos compartidos con los neandertales». Asimismo, la antigüedad de la especie,tras ser confirmada de nuevo la sitúa en los 850.0000 años.

«Su presencia en el extremo más occidental de Europa resulta un tremendo handicap para sostener que esta especie dio lugar de manera directa a Homo sapiens. Así lo reconocemos también nosotros», indican los científicos, que con prudencia proponen «que los humanos de Gran Dolina fueron algo así como los tíos carnales del ancestro común, que para muchos se identifica con la especie Homo heidelbergensis».

¿Dónde situar a la Homo antecessor? Dada su antigüedad, Martiñón y Bermúdez de Castro creen que solo hay dos alternativas: los humanos de Gran Dolina representan a la hija mayor de esos padres todavía no nombrados, o son los propios padres, que tuvieron una distribución muy amplia por buena parte del oeste de Eurasia.

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