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Manifestación enen defensa de la permanencia de la factoría.
De la incertidumbre al miedo por el futuro de la planta Nissan en Ávila

De la incertidumbre al miedo por el futuro de la planta Nissan en Ávila

Medio millar de familias dependen de la planta de automoción, pero sus problemas afectan a toda la sociedad abulense

María Fernández Jiménez

Lunes, 6 de febrero 2017, 18:06

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Hace apenas una semana se confirmaba lo que algunos vaticinaron en diciembre: la planta Nissan en Ávila cancelaba la producción del camión NT-500, un vehículo destinado a sustentar a 500 familias hasta, por lo menos, 2023. Desde entonces, han sido muchas las inquietudes que han sacudido la sociedad abulense.

Los previos amagos de la empresa por cerrar su fábrica convierten en incredulidad lo que otros, veteranos que han visto pasar más huelgas y manifestaciones, ya dan por hecho: que esta vez, no hay solución.

«Y lo que más miedo da», explica Juan Saborido, presidente de la Confederación Abulense de Empresarios (CONFAE), «es que ni hay diálogo por parte de la directiva ni se ha ofrecido otro proyecto de continuidad». Desde CONFAE se posicionan a medio camino entre la solidaridad y lo práctico. «Ávila es muy pequeña, todos tenemos conocidos, amigos o familiares que dependen de Nissan; pero no hay que olvidar que se trata de un negocio, y lo que hace falta es un proyecto nuevo ahora que el del NT-500 ha llegado a su fin».

Ante los escépticos, el alcalde de Ávila, José Luis Rivas, hace gala de una actitud cauta. Afirma mantenerse «positivo», ya que «esto puede encauzarse si entre todos buscamos la solución». Sin embargo, permanecerá «sin bajar la guardia y pendiente de cada acción».

No es el único alcalde que ha vivido momentos decisivos de la fábrica Nissan en Ávila. María Dolores Ruíz-Ayúcar estuvo al frente del Ayuntamiento desde 1995 a 1999, y actualmente preside la Fundación Caja de Ávila. Como testigo directo de su pasado y presente, rememora con nostalgia que su primera visita oficial fue precisamente a la planta. «Todas las mañanas leo las noticias y me siento angustiada», ha confesado. «Es horroroso que no se sepa qué está pasando, porque los que deberían dar respuestas no las dan».

No es necesario recurrir a la escena política para ser partícipe de la solidaridad de los abulenses. Las Asociaciones de Vecinos también se hacen eco de la inestabilidad provocada por la multinacional. Teodoro del Canto pertenece al barrio Zona Norte, cuya asociación conforman varios jubilados, algunos ya ancianos. El presidente, Manolo Sánchez, «no se pone al teléfono porque tiene fastidiadas las caderas». La aventajada posición que le dan los años, permite a Teodoro recordar los tiempos en que inauguraron la planta Nissan.

«Sabemos que la Junta de Castilla y León y otras entidades andan metidas, pero no nos sirve con que pongan interés», afirma, «porque si los japoneses deciden que la fábrica no es rentable, 500 obreros se quedarán en la calle».

Desde la Asociación de Vecinos de San Nicolás viven la situación más de cerca. Son 300 socios; entre ellos, unas 50 familias viven de la fábrica. Su presidente, Cástor Francisco Hernández, tiene un hijo que trabaja allí y él mismo contaba sólo 10 años cuando la planta abrió. «Ahora tengo 60», ha explicado, «pero creo que nunca lo he visto peor». Ha calificado la situación de «catastrófica», añadiendo que si Nissan, «que ahora mismo es la mitad de Ávila», cerrara, «la ciudad sería un caos».

Al igual que su homólogo del Zona Norte, el presidente del barrio San Nicolás confía en la acción política, afirmando que «de poco vale echarse a la calle cuando al final deciden los altos cargos».

Entre esos altos cargos sobre los que recaen tantas expectativas se encuentra José Antonio de Santiago-Júarez, vicepresidente de la Junta de Castilla y León y consejero de Presidencia. No duda en extender el alcance de las consecuencias a nivel autonómico y nacional. «No es sólo un problema de Ávila, sino de Castilla y León y España». De todas las trabas a solventar, prioriza el obtener «una garantía de continuidad de la producción y el mantenimiento de los puestos de trabajo».

Tampoco es la primera vez que ocurriría algo semejante en la capital abulense. Juan Saborido, al frente de CONFAE, ha recordado otros tiempos, otra empresa, «un portazo de Lear que dejó a cientos de empleados en la calle». No obstante, ha señalado una diferencia entre la empresa de cableado y la de construcción de vehículos, asegurando que «Nissan tiene incluso más poder».

Dos meses después de que el último NT-500 saliera de fábrica, la maquinaria encargada de su ensamblaje se encuentra en contenedores, el diálogo entre las partes no es fluido y las fuerzas políticas y sociales de Ávila se han volcado con la causa.

Desde el Comité de Empresa de Nissan confiesan que la tesitura en que se encuentran ya es insostenible. Rubén Zazo, presidente de la organización, lo define en una frase: «tras años de despidos, incumplimientos y engaños, la fábrica se ha convertido en una olla a presión».

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