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Portada del antiguo Hospital de San Miguel.
Las hermanas Franciscanas del Buen Consejo cumplen 100 años asistiendo a enfermos y ancianos en Arévalo

Las hermanas Franciscanas del Buen Consejo cumplen 100 años asistiendo a enfermos y ancianos en Arévalo

Llegaron a la ciudad el 1 de diciembre de 1915 para hacerse cargo del Hospital de San Miguel

Fernando G. Muriel

Martes, 1 de diciembre 2015, 18:42

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Hoy se cumplen los cien años de la llegada a Arévalo de las Hermanas Franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo, una congregación religiosa que había nacido en Astorga el 14 de febrero de 1896, por María Teresa Rodón Asencio y Gabriela Quintana. Estas religiosas recalaron en la ciudad abulense el uno de diciembre de 1915 para asistir a los enfermos del Santo Hospital de San Miguel. Por este motivo, a lo largo de la jornada han celebrado una serie de actividades, entre las que destaca una misa solemne presidida por el obispo de la Diócesis Jesús García Burillo.

Tras cien años de presencia en Arévalo, estas religiosas siguen realizando una labor muy importante y querida en la ciudad, con la atención geriátrica en la residencia situada en lo que fuera Hospital de San Miguel, un centro totalmente reformado y adaptado a las necesidades actuales, cuida de nuestros mayores, manteniendo el estilo de la fundadora de la Orden, María Teresa Rodón Asencio, de dar preferencia a los más necesitados. Está gestionada por el Patronato de la Fundación Hospital San Miguel Arcángel.

En los fines de estar junto a los más pobres y necesitados, las hermanas que llegaron a Arévalo forman parte de aquellas que en sus inicios atendían a enfermos y ancianos en hospitales comarcales y en sus domicilios, labores ambas que han realizado en nuestra ciudad, primero en su etapa de asistir a los enfermos, y a partir de los años setenta del siglo pasado, cuando la entonces Dirección General de Sanidad del Ministerio de Gobernación construye un Hospital Comarcal en Arévalo, por lo que el antiguo centro benéfico se convierte en residencia de ancianos.

La labor de estas religiosas fue crucial en pleno siglo XX para mantener en nuestra ciudad un hospital, que tiene sus orígenes a finales del siglo XVIII. Sin duda alguna su labor en esta época destacó en la atención a los heridos del accidente ferroviario que tuvo lugar en la estación de la ciudad el 11 de enero de 1944, con un balance oficial de 41 personas muertas y 78 heridos. La labor de la ciudadanía y muy especialmente de este hospital, hizo meritoria a la ciudad de la Cruz de Beneficiencia que luce en su escudo y el título de Muy Humanitaria.

Con motivo de los cien años de presencia de las Franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo en Arévalo, el pleno del ayuntamiento de la ciudad aprobó una moción en la que se reconoce los servicios prestados por estas religiosas tanto en el antiguo hospital como en la residencia de ancianos, la cual fue aprobada con el voto favorable de todos los grupos salvo CUI que votó en contra.

Nacido como Casa de Misericordia este hospital fue fundado por Ángela Muñoz, quien junto a sus hermanos Diego y Josefa dedicaron su vida a ejercer la caridad. En un principio Ángela Muñoz iba a dejar las rentas familiares a los padres jesuitas, pero la expulsión de éstos, junto a la mala situación que se encontraban los hospitales existentes en la villa en aquella época, el de Santa Catalina y el de San Bartolomé, ambos asistidos por los Hermanos de San Juan de Dios, provocaron que fundara este hospital.

Presencia franciscana en Arévalo

Las religiosas de Nuestra Señora del Buen Consejo en Arévalo, fueron las últimas de las congregaciones de la familia franciscana Asís en llegar a nuestra ciudad, siendo además, las únicas que conservan la presencia en Arévalo, una estancia que se remonta ocho siglos cuando San Francisco de Asís, en su peregrinación a Santiago en 1214 y fundó una casa para su orden, el Real Convento de San Francisco de la Observancia, cuya capilla se construyó en lo que fue la celda que utilizó el santo fundador.

Los franciscanos han estado presentes además en el Hospital de San Lázaro, regido por la regla descalza, así como por otros conventos femeninos como el de la Encarnación, ocupado por franciscanas clarisas, de la misma orden que las que vivieron en el convento de Santa Isabel de las Montalvas. 

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