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EL NORTE
Jueves, 8 de mayo 2014, 11:55
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Aranda de Duero llevaba años esperando la llegada de su gran cita y la ciudad lució como nunca para albergar el comienzo del sueño alcanzado, Las Edades del Hombre. Calles impolutas, vías peatonales, paredes recién pintadas, máxima seguridad y nerviosismo por las calles del casco histórico ante la inminente llegada de la infanta Elena, encargada de inaugurar Eucharistia. Presencia real en Aranda que llega justo 17 años después de que su hermano, el príncipe Felipe, visitara la ciudad el día 27 de mayo de 1997 para conocer las instalaciones de Calidad Pascual dentro de un viaje realizado por la provincia de Burgos.
Antes de la hora marcada para la inauguración, faltaban diez minutos para las 11:30, la infanta acompañada de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera y la alcaldesa de Aranda, Raquel González encaminaba la Plaza de la Sal para dirigirse hacia la iglesia de Santa María La Real, primera de las sedes de Las Edades del Hombre. Cumplimentado el momento de saludos al arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín y al presidente de la Fundación de Las Edades del Hombre, Jesús García Burillo, la comitiva unida se detenía ante el atrio de la imponente portada gótica isabelina del templo, obra de Simón de Colonia, para saludar a las personas que se agolpaban en calles y balcones. Detrás, una amplia comitiva formada por un nutrido grupo de invitados, representantes políticos, religiosos, económicos y sociales.
De ahí, a adentrase en los secretos de los tres primeros capítulos de Eucharistia y sus 53 obras del relato, a través de las explicaciones del secretario general de la Fundación de Las Edades del Hombre, Gonzalo Jiménez y el comisario de la muestra, Juan Álvarez Quevedo. Un hilo narrativo recorriendo la base humana del sacramento, su anuncio en el antiguo testamento y su institución en el nuevo testamento, aderezado por la belleza interior del templo restaurado, su capilla y pila bautismal y seguido con mucho interés, según los presentes, por parte de la infanta.
Como todos los visitantes que acudan a Eucharistia, una vez terminado el recorrido por la iglesia de Santa María, Elena de Borbón tuvo la oportunidad de completar el paseo de apenas cien metros de la Calle San Juan, que une a las dos sedes. En el trayecto pudo disfrutar con las piezas escultóricas de Elena Laverón, Víctor Ochoa y José Luis Leal, obras de arquitectura urbana que conforman una especie de museo al aire libre que cohesiona los templos. Un recorrido plagado de público que, en su mayoría, quería inmortalizar a través de sus teléfonos móviles el paso de las distintas personalidades y, sobre todo, la segunda presencia real de las últimas décadas. Y ya en la iglesia de San Juan, llegó la cita con el último capítulo del relato, el cuarto, quizás el más impactante en el diseño y puesta en escena, sobretodo en el denominado bosque de luz que sorprende en el ceremonial de la misa.
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