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Jesús Urrea posa en el interior del Palacio de Santa Cruz. / G. Villamil
«El Museo de Escultura no despega, la Casa del Sol sigue sin uso y Villena está infrautilizado»
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«El Museo de Escultura no despega, la Casa del Sol sigue sin uso y Villena está infrautilizado»

Jesús Urrea Presidente de la Academia de Bellas Artes y director del Museo de la Universidad de Valladolid

VIDAL ARRANZ

Domingo, 20 de abril 2014, 19:13

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«Valladolid, en lo que a patrimonio artístico se refiere, es como un archipiélago, la suma de muchas islas, de edificios singulares y grandiosos, desconectadas entre sí». De este modo tan gráfico describe el historiador e investigador Jesús Urrea la situación actual de su ciudad. Urrea, que ahora dirige el Museo de la Universidad y preside la Real Academia de Bellas Artes, cree que Valladolid conserva mucha riqueza, pero que ha perdido los entornos que permitían contextualizarla. Por ello considera esencial realizar un esfuerzo de explicación de lo que la ciudad es, y lo que ha sido. «Esta ciudad se quiere poco. Le falta más complacencia en sí misma para poder ofrecerse a los demás».

Si las catedrales son habitualmente el símbolo de los municipios donde se asientan, la de Valladolid es la metáfora perfecta de una ciudad que es, por encima de todo, «una ciudad inacabada», según Urrea. «Todo son proyectos que no se rematan: la Ciudad de la Comunicación, el soterramiento, la Ciudad de la Justicia No sé si es que no tenemos sentido de la medida, o que no nos sale el empuje suficiente para completar las cosas. Lo cierto es que la ciudadanía se implica poco en la construcción colectiva».

El ejemplo perfecto de esa ambición inacabada es el Museo Nacional de Escultura, que Urrea dirigió durante 12 años, entre 1996 y 2008, y que no duda en calificar como «el segundo museo nacional en importancia de España» tras El Prado. Durante esos años se diseñó un gran proyecto que lo concebía como una suma de edificios. Y a la sede natural de San Gregorio, que alberga su colección permanente, se añadieron otros inmuebles históricos de su entorno: la Casa del Sol, que se compró por entonces, San Benito el Viejo, que ahora alberga el Museo de Reproducciones Artísticas, y el Palacio de Villena. Hoy, sin embargo, lo que debía ser un gran complejo museístico funciona tan solo a medio gas.

«El Museo de Escultura sigue sin despegar pese a la importante inversión que se realizó en el edificio. La Casa del Sol está sin rehabilitar, convertida en almacén, y sin uso público, y el Palacio de Villena está infrautilizado», opina el historiador vallisoletano. «Hay que hacerle ver al Ministerio que este es el Prado de la escultura y que debe invertir más aquí. La ciudad tiene que dar la cara mucho más por su principal museo, el único que puede y debe colocarnos en los grandes circuitos de exposiciones».

La situación de la Casa del Sol, el gran edificio civil que cierra la calle Cadenas de San Gregorio, preocupa muy especialmente al investigador. Urrea documentó en su libro Arquitectura y nobleza la destrucción de cientos de antiguas casonas, en un proceso que supuso la aniquilación casi total de la arquitectura no religiosa que la historia había legado a la ciudad. La Casa del Sol es uno de los pocos edificios que se salvó, pero todavía hoy sigue ajena a la vida de la ciudad. «Hay que presionar al Gobierno para que restaure la Casa del Sol y le dé uso. Es uno de los palacios más importantes que conservamos y merece un horizonte de futuro». El otro palacio que cree necesario preservar a toda costa es la casa del impresor Cristóbal Lasso, en el número 14 de la calle San Martín. «No nos podemos permitir que desaparezca».

Atenciones especiales

En el balance de lo hecho y lo por hacer, reconoce el presidente de la Academia de Bellas Artes que el proceso de destrucción se ha frenado, y que se han acometido restauraciones importantes, como la citada del Museo de Escultura, o la del propio Palacio de Villena, el edificio de los Ingleses, Santa Cruz, San Felipe Neri, San Benito o el Patio Herreriano, entre otros monumentos. O como la restauración de la fachada de San Pablo «que se hizo muy bien, pero que no se ha completado con la recuperación del ábside, seguramente porque esa parte no se ve», añade. «Los dominicos de San Pablo llevan años reclamando ese necesario arreglo».

Otro edificio que requiere atención es la Catedral, pero Jesús Urrea cree que es necesario analizar cuáles son sus verdaderas necesidades, tanto exteriores como interiores, y deja entrever que él no ve nada clara la prioridad del polémico ascensor de la torre. En cambio, recuerda que hay cubiertas pendientes de arreglo y, sobre todo, aboga por la restauración de la pintura más importante que atesora el templo, en el ábside del Evangelio: Calvario», obra de gran formato de Michel Coxcie, uno de los pintores favoritos de Felipe II y al que, por cierto, el Museo de Lovaina acaba de dedicar una antológica. «Que la mejor tabla de la Catedral, y una de las mejores pinturas de Valladolid, esté cayéndose a trozos no debería aceptarse».

En el capítulo de los éxitos coloca Urrea en un lugar preferente la recuperación de la calle Platerías, en la que se empeñaron la Academia de Bellas Artes y otras instituciones. «Ahora estamos orgullosísimos del resultado», constata, «pero entonces muchos aseguraban que esas fachadas no se podían mantener. Es una lección que conviene aprender».

La preocupación por la explicación de la ciudad, para facilitar el conocimiento de su historia y de su valor, lleva también a Urrea a reclamar una política de instalación de placas informativas en los principales monumentos, o en los lugares donde estuvieron asentados edificios desaparecidos. «Es muy complicado enseñar la historia de esta ciudad, y habría que hacer lo posible por facilitarlo. No hace daño a nadie colocar carteles que informen de lo que había y ya no está, o que permitan reconstruir un entorno que ya no existe». Dado que buena parte de la historia de Valladolid ha sido borrada, y carece de restos visibles que permitan identificarla, al menos marcar en el territorio el lugar de las ausencias, de las heridas del tiempo. Esa es su propuesta.

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