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semana santa 2014

Vino añejo para lavar las llagas

Alaejos sigue fiel a una tradición que data de 1882

A. G. Encinas

Jueves, 17 de abril 2014, 03:16

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Salud. Era la palabra más repetida dentro de la imponente iglesia renacentista de Santa María, en Alaejos, y aunque tenía que ver en cierto modo con el vino, no se trataba de un brindis. Era un «salud» deseado desde la fe de un pueblo que año tras año, desde 1882, repite un ritual que se ha convertido en una de esas peculiaridades que jalonan la Semana Santa de la provincia. Los cofrades del Cristo de la Salud descuelgan de su ubicación a su talla titular y cuidadosamente lavan con vino añejo las llagas de su cuerpo. Acto seguido, el vino bendecido se reparte entre los enfermos.

Poco ha variado la tradición en estos 132 años de historia de la cofradía. Los 24 hermanos con los que cuenta siguen escrupulosamente un guión que arranca con los más impacientes haciendo cola desde primera hora. Aunque hasta las diez y media no se ha anunciado el comienzo de este ritual, una hora antes ya hay una feligresa, Pilar, esperando a pie de iglesia. A su lado solo está la encargada de la limpieza, que se afana en darle lustre al maltrecho suelo de madera de la iglesia de Santa María, un monumento que está considerado Bien de Interés Cultural. No solo el suelo está ajado. La cubierta de su torre también necesita una reparación. Hace apenas dos meses que el Ayuntamiento aprobó una moción para pedir a las instituciones que se acuerden de este portento arquitectónico.

Veinte minutos antes de iniciar el descendimiento de la talla aparecen por la calle de enfrente los cofrades del Cristo de la Salud. Traen un carro sencillo, unas cajas con los adornos que se colocarán después y un paño con el que se procederá a lavar al Cristo. Sin hábitos. Mariano Rubio, presidente de la Junta de Semana Santa, llega poco después. Descender la escultura es complicado por sus dimensiones, por la cruz y porque hay que tratarla con sumo cuidado para no dañarla. Apartan los bancos de las primeras filas para poder situar el carro bajo el púlpito. Ahí se apoyarán después para poder fijarlo al carruaje con ayuda de unas cuñas de madera.

Para el lavatorio, la imagen se coloca horizontal, apoyada en los propios asientos de la iglesia. Primero le pasan un plumero suave, para no estropear la talla de madera policromada. Después, un trapo. Finalmente, uno de los miembros de la cofradía vierte el vino y sujeta bajo la talla un recipiente para recogerlo. Para ese momento, la iglesia de Santa María congrega ya a unas trescientas personas con frascos y jarras. Una mujer limpia y seca el vino añejo sobre el Cristo. Primero, los pies. Después, las llagas de las manos.Finalmente, la del costado.

Culminado el lavatorio, el Cristo se coloca en el carro y se lleva al presbiterio, donde se engalanará para salir en la procesión de hoy, Jueves Santo (21:00 horas, Procesión de la Pasión del Señor).

Mientras sus cofrades se ocupan de ello, los fieles recogen el vino bendecido. Hay mujeres que llevan frascos de más porque algún vecino enfermo no ha podido acudir hasta la iglesia, y son ellos precisamente quienes dan lugar a este rito. «No conocía nada igual antes de venir aquí», afirma el párroco, Javier Sánchez Macías, que ha cumplido dos años de servicio ya en Alaejos.

Al fondo de la iglesia, otra cofradía empieza a descolgar de su hornacina al Jesús Atado a la Columna. En origen, es tan antigua casi como su hermana la del Cristo de la Salud, porque se fundó en 1886. Se refundó en 1999, sin embargo, y fue entonces cuando comenzó también con el rito del lavatorio con vino añejo. «Lavan el paño de pureza con el vino», explica Mariano Rubio. Y de nuevo la cola de feligreses frasco en mano. Todo sea por la devoción y, claro, por la salud.

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