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Ana Agud posa en los pasillos de la Hospedería de Anaya en la Facultad de Filología. / Almeida
Ana Agud: «Soy una gran adicta a las traducciones»
SALAMANCA INVESTIGA

Ana Agud: «Soy una gran adicta a las traducciones»

Artífice de un título pionero para difundir la lengua de India e Irán, eligió Alemania para robustecer de la mano de insignes eruditos sus enfoques históricos y filosóficos de la Lingüística

R. R.

Jueves, 3 de abril 2014, 17:11

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Ana Agud siempre ha creído firmemente en lo que hace. Y siempre ha brillado con luz propia en la emblemática Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, frente a la uniformidad y la monotonía que salpican a un sistema universitario español poco proclive a abrir fisuras para el estudio de áreas tildadas de exóticas, como las lenguas y las culturas asiáticas.

Fue precisamente ella la que puso en marcha, hace ya 14 años, trabajando a codo con los profesores Alberto Cantera y Francisco Rubio, un título propio absolutamente innovador y pionero, tanto en el tejido universitario español como a escala internacional. El título, que se viene impartiendo desde hace años 'on line', y que ha catapultado a la Usal en una posición de vanguardia en el contexto académico internacional, es el Diploma de extensión universitaria en Lenguas y Culturas de India e Irán. Bajo esta extensa denominación emergen unos estudios catalogados como un complemento cultural para universitarios de cualquier especialidad, «interesados en un acercamiento solvente a las principales lenguas y escrituras antiguas y modernas de estas dos áreas geoculturales», así como a los principales hitos de su historia cultural, como religiones, filosofías, arte, literatura y mundo contemporáneo, según se reseña en la descripción oficial de este título.

Y es que Ana Agud no es una lingüista al uso, ya que su quehacer investigador se ha jalonado con enfoques impregnados de una profunda carga filosófica e histórica. Y todo ello envuelto en una verdadera devoción y consagración a su vertiente traductora, que implica, por ejemplo, traducir del sánscrito antiguo al alemán, entre otros muchos idiomas que cultiva, como el inglés, el ruso, el griego y el latín. «Mi primera traducción la hice con 18 años», enfatiza Ana Agud, quien no duda en autodefinirse como «una gran adicta a las traducciones».

Aunque su formación universitaria como licenciada y doctora en Filología Clásica la desarrolló en las centenarias aulas del Estudio salmantino, fue en Alemania, verdadero coloso en el desarrollo de los estudios sobre las lenguas orientales, donde robusteció y engrandeció su formación para desembocar en una práctica investigadora absolutamente innovadora. Por ello, enalteció su ya sólida formación como investigadora iniciada en Salamanca, con estancias absolutamente fundamentales en su trayectoria en las prestigiosas universidades de Tubinga, Bonn y Berlín. También fondeó en las profundidades y en los sugestivos vericuetos del sánscrito gracias a otra erudita que no quiere olvidar a la hora de rememorar a sus grandes maestros por los que siente admiración y devoción, como es la profesora Thiel Horstmann.

Entre sus maestros contó en las tierras germanas, concretamente en la Universidad de Tubinga, con un nombre de primera fila, como el moldavo y Doctor Honoris Causa de la Usal, Eugenio Coseriu, a quien define como «el lingüista por excelencia del siglo XX». Fue alumna de Filosofía en Bonn de otra eminencia, como Josef Simon, y se empapó de Indoiranística por los cuatro costados en la Universidad Libre de Berlín recibiendo el magisterio que irradiaba otra figura colosal, como Bernfried Schlerath.

Su empeño por engarzar la Lingüística con la Filosofía rompió moldes y prejuicios. Para ello, Ana Agud se ha apoyado a largo de su prolífica creatividad investigadora en tres sólidos pilares que han cimentado su universo científico, como son Kant, Hegel y Humboldt. Y es que hay un eje transversal sobre el que han girado y pivotado sus estudios, como es la aplicación de «enfoques históricos y filosóficos sobre la Lingüística», tal como ella sintetiza a la hora de dosificar su entusiasmo por las lenguas y las culturales orientales. En su caso, ha canalizado sus inquietudes científicas indoiranísticas hacia el universo indio, mientras que Alberto Cantera, con quien puso en marcha el título propio citado anteriormente, se ha consagrado en cuerpo y al alma a la Iranística, donde figura, a la hora de alabar a su compañero de tantas aventuras académicas, en el «top three mundial» de esta rica disciplina, según sentencia Agud en sus meditadas y apasionantes consideraciones.

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