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Cayetana protagonizó un anuncio del brandy Terry. / Café de la Rosa
«Un Alba nunca llora»
libro

«Un Alba nunca llora»

Es la frase que su padre le repitió sin cesar durante una infancia alejada de los cuentos de hadas. Esa educación espartana forjó el «espíritu libre y apasionado» de Cayetana

Ester Requena

Martes, 11 de marzo 2014, 11:56

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Casi todos los domingos tocaba ir al Museo del Prado. Unas interminables visitas didácticas para una niña de diez años que iba de la mano de su estricto padre. Después de interminables horas escudriñando la pinacoteca, la pequeña Tanuca llegaba a casa con ampollas en los pies. Pero no se quejaba. Sin decir nada a nadie entraba al baño y metía sus hinchados pies en agua, siempre temerosa de que su padre la pillara. Porque «un Alba nunca llora». Con esos principios Jacobo Fitz-James Stuart crió a su hija. Una infancia que fue de todo menos un cuento de hadas y con la que arranca el libro Cayetana, Duquesa de Alba (Café de la Rosa editores), de la periodista Concha Calleja. Esta especialista en casas reales repasa con el testimonio de las fotos, muchas inéditas, una vida marcada por la muerte de su madre, que falleció de tuberculosis cuando ella tenía cinco años. Poco después huían a París: había llegado la Segunda República. Todo ello bajo una estricta educación paternal de estilo británico, a veces cruel: Cayetana iba al colegio con una peluca con tirabuzones para ocultar el peinado que le obligaba a llevar su padre. Así se forjó ese carácter de «espíritu libre y apasionado», como la define la autora, quien ya ha publicado tres libros más sobre la noble.

Ahora, los problemas de movilidad, agravados por una gripe y un fuerte resfriado, tienen más alejada de los focos a Cayetana, a punto de cumplir los 88 años. Será el 28 de marzo. Una fecha que seguramente celebrará como el año pasado, con una velada «CVP», como ella las llama. Es decir, cenando sola con Alfonso Díez en el pequeño saloncito de palacio, frente a la televisión, recreándose con un maratón de películas clásicas, sus preferidas, como recuerda Calleja. De hecho, no se cansa de ver Lo que el viento se llevó. La duquesa se ha vuelto casera porque siempre «ha vivido como ha querido». Lo mismo asistía a tentaderos capote en mano que bailaba flamenco en cualquier tablao. ¡Hasta protagonizó un anuncio del brandy Terry! Uno de esos por los que media España suspiraba cuando salía en la playa una jinete montando un caballo blanco «con un halo exuberante y mucho estilo». A la productora no paraban de preguntarle por la modelo que nadie reconocía. Pero ellos guardaron el secreto a la mujer con más títulos nobiliarios en el mundo (45 en total, 12 de ellos con grandeza de España), que además habla cinco idiomas, no usa perfume y colecciona cajitas de porcelana. También fue la que mandó construir un cementerio para animales en el Palacio de Liria, donde están enterradas todas sus mascotas, incluido el perro de un mendigo que adoptó, además de un loro y un mono. Por supuesto, cada uno con la lápida con su nombre, años y una frase destacada: el que me regaló la reina Eugenia, el que cruzó el Nilo a nado...

Nada de vivir en «pecado»

Un camposanto en el que ella no reposará. Tampoco en el panteón familiar de Madrid, en el que se encuentran sus padres y sus anteriores maridos, Luis Martínez de Irujo y Jesús Aguirre. «Quiere ser incinerada y reposar en la iglesia de la Hermandad de los Gitanos (iglesia del Valle) en Sevilla, imagen de la que es gran devota», adelanta Calleja.

Cayetana es muy religiosa. Por eso no quería vivir en «pecado» con Alfonso Díez. Se salió con la suya y se casó, pero antes dejó por escrito el reparto de su herencia. El pellizco principal, incluido el palacio de Liria, lo pondrá a nombre de su hijo Carlos, quien heredará el duquesado, como recuerda Calleja. También su nieto Fernando, «su ojito derecho» y el heredero del heredero, se quedará con el palacio de Dueñas, su refugio sevillano.

Una de las principales novedades de Cayetana, Duquesa de Alba gira en torno a los gustos culinarios, con recetas incluidas. «No toma té ni café, aunque consume a diario zumo de lima (preferiblemente del limero que tiene en el jardín). Los domingos le gusta que le traigan churros para desayunar», desvela la periodista. Se muere por el arroz, la tortilla de patatas, el pastel de leche condensada... y el tocinillo de cielo, ¡que no falta en ninguna ocasión importante en sus palacios! Incluida su última boda. Porque la obra recopila los menús de sus tres enlaces. Pero también saca a la luz los poemas que le escribía Jesús Aguirre su segundo marido cuando viajaban por medio mundo y esa mujer de carácter arrollador le inspiraba. Porque como dice Alfonso Díez el tercero : Cayetana «es la pera».

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