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BURGOS SE SUBLEVA

Cuatro claves para entender el conflicto de Gamonal

Tras el levantamiento de parte de un barrio contra una decisión municipal se esconden algo más que un desacuerdo

E. DE LA PISA

Miércoles, 22 de enero 2014, 10:12

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Cuatro mil personas en la calle, 50.000 en un barrio. Miles de personas reclamando el fin de una obra. Y miles que no se pronuncian. La eterna dicotomía entre los representados y los que les representan ha vidido, y vive, un nuevo episodio de una lucha eterna y sin fin. Burgos es ahora el escenario hoy y mañana lo será cualquier otro punto de España. Pero el fondo suele ser siempre el mismo, varían las circunstancias. Discernir si tienen la razón los elegidos o los que eligen a los elegidos acostumbra a ser un ejercicio estéril y poco práctico. Probablemente la tienen todos y ninguno. Lo interesante es buscar las claves que puedan explicar un conflicto imprevisible en su génesis y en su desarrollo.

1.- El estado de ánimo. Recortes, políticas de austeridad, paro, malestar... Por separado cada cosa no significa mucho, pero en bloque enervan y alteran la presión arterial de la masa. Y cuando le sangre hierve y el ánimo se irrita, cualquier chispa provoca el estallido. Gamonal es un barrio de origen obrero en el que el PP tiene mayoría de votos. Algo nada extraño en las capitales de provincia de Castilla y León. Más allá de ideologías, el castellano y leonés suele ser persona a la que no le gusta cambiar lo que le parece que funciona bien. Es de suponer que la mayoría de los que han participado en las manifestaciones pacíficas, si se hace una correlación entre el voto y presencia, metieron en la urna la papeleta de la gaviota. Pero ellos también están hartos de promesas olvidadas, y aunque el proyecto estaba en el programa electoral del PP, a muchos vecinos no les vale como argumento por los incumplimientos anteriores

2.- Los dos Burgos. Gamonal siempre ha mantenido mucha distancia con el resto de la capital. Sociológicamente son lugares casi antagónicos. El barrio llegó a ser ayuntamiento años atrás, pero el crecimiento de la ciudad acabó por fagocitarlos. Otro hecho muy común. Pero la integración en el Ayuntamiento de Burgos no ha terminado por completo con la sensación de que ellos son otro cosa, que son burgaleses, pero no de Burgos. De hecho, en los barrios más céntricos se trata a Gamonal con un cierto distanciamiento. Nada hay escrito, pero para quien viva y conozca Burgos es algo que siempre flota en el ambiente.

3.- Las redes sociales. Como tantas veces, las redes sociales han contribuido de forma notable a extender el efecto llamada y a concentrar en torno a la protesta a determinadios grupos deseosos de pescar en río revuelto. No parece que nadie haya viajado a Burgos para liderar ejercicios de guerrilla urbana, pero esas tácticas están ya al alcance de cualquier persona a través de Internet. Con todo, las redes sociales han sido el combustible perfecto para alimentar en el tiempo la protesta. No es lo mismo luchar contra el poder solo que conociendo que lo que haces se sabe en el resto de España y se palpa a través de los apoyos que emergen en redes como Twitter o Facebook. Esa gasolina probablemente ha alentado que las protestes se prolonguen.

4.- La torpeza municipal. Javier Lacalle, el alcalde de Burgos, y su equipo de gobierno han estado lentos en la reacción. Valoraron mal los primeros incidentes, suponiendo que sería flor de un día y confiados en que el hecho de que el proyecto hubiera estado sometido a exposición pública y a sus correspondientes alegaciones le daba la necesaria pátina de solidez. La falta de respuesta fue entendida por los vecinos como soberbia y desafección por parte de sus dirigentes, lo que supuso más combustible.

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