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Julia Merino, con la pancarta que le ha acompañado en infinidad de manifestaciones. R. GÓMEZ
Julia Merino, memoria histórica viva para Europa
HISTORIA

Julia Merino, memoria histórica viva para Europa

A sus 80 años participará en un encuentro de la plataforma por la Comisión de la Verdad con los grupos parlamentarios en Bruselas

A.- G. ENCINAS

Domingo, 10 de noviembre 2013, 12:54

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Su hermano, demenciado, era incapaz ya de recordar a su abuela. Ni a su madre. Ante las preguntas de Julia, «¿recuerdas a mamá? ¿recuerdas a la abuela?», solo emitía un lacónico «no».

«¿Te acuerdas de tu padre?», insistió un día.

«Le fusilaron», respondió. En un hueco remoto de su memoria anidaba aún ese dolor en forma de recuerdo que se resistía a ser olvidado. El hermano de Julia Merino era memoria viva, pero ahora ya es memoria histórica, porque falleció, como han fallecido ya muchos de los que testimoniaban lo ocurrido con los represaliados de la guerra. Julia, a sus 80 años, es aún memoria viva, y la nitidez de sus recuerdos se forma no solo por lo que se impregnó en su mente de niña, sino por años de trabajo recorriendo los pueblos de Valladolid para recoger lo que se almacenaba en las mentes de quienes vivieron días terribles en la guerra civil.

«No quiero venganzas», asevera varias veces. «Solo quiero que los muertos se entierren». Entre ellos, su padre, a quien su hermano, antes de su enfermedad, recordaba recibiendo un culatazo en su misma casa, y subido a una camioneta con otros muchos. Eso ocurrió el 19 de julio de 1936. Su hermano tenía seis años, y ella, tres. Solo se recuerda vagamente a sí misma agarrada con fuerza a las faldas de su madre.

El 25 de noviembre de ese año la esposa de Modesto, el padre de Julia, acudió a las cocheras de los tranvías, en Filipinos, adonde le habían trasladado preso, para llevarle la comida. «Señora, su marido no necesita comida. Le han dado la libertad ayer».

Julia Merino contará esta misma historia el 26 y 27 de este mes en Bruselas. Justo se habrán cumplido 77 años desde que a su padre le dieron la libertad una noche en la que, según sus investigaciones, acabó fusilado en los montes Torozos.

«La plataforma por la Comisión de la Verdad va a tener un primer contacto con los grupos parlamentarios europeos. Más adelante irá una delegación más amplia», explica Jordi Gordon, portavoz de dicha plataforma. Será la primera acción de una serie de iniciativas que pretenden que Europa «obligue a España a cumplir con las recomendaciones de la ONU». Según esta plataforma aún existen 130.000 desaparecidos en España, y unas 2.500 fosas comunes sin exhumar.

«No sé por qué me han llamado a mí», dice Julia Merino. Sin embargo, en su currículum de luchadora figura que fue de las primeras en sumarse a la Asociación de la Memoria Histórica, que jugó un papel importante en su creación en Valladolid, y que escribió su vida en un libro, Yo, una niña de la guerra, cuya lectura resulta terrible por la naturalidad con la que se desgranan tragedias que parecen sacadas de tiempos remotos, pero que son tan recientes que aún quien las conserva en su memoria, como ella.

La Organización de las Naciones Unidas ya ha dado un primer paso. Su Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzosas o Involuntarias pasó por España hace un mes y medio. El 30 de septiembre emitió un informe preliminar. «Dada la edad avanzada de muchos de los familiares y testigos que vieron por última vez con vida a personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la dictadura resulta esencial que el Estado actúe con la debida urgencia y celeridad en materia de desapariciones forzadas», concluyeron los informadores de la ONU. Y fueron un paso más allá. «El Estado Español debería asumir el liderazgo y comprometerse de manera más activa y urgente para atender la demanda de miles de familiares que buscan conocer la suerte o el paradero de sus seres queridos desaparecidos durante la guerra civil y la dictadura. Todas las iniciativas relativas a la búsqueda de desaparecidos tienen que ser parte de una política de Estado comprensiva, coherente, permanente, cooperativa y colaborativa», recogen sus conclusiones.

Este grupo de trabajo está compuesto por cinco expertos independientes de todas las regiones del mundo: Oliver de Frouville (Francia), Osman El-Hajjé (Líbano), Ariel Dulitzky (Argentina); Jasminka Dzumhur (Bosnia y Herzegovina) y Jeremy Sarkin (Sudáfrica).

Ese fue el primer paso de los que, como Julia Merino, abogan por cerrar las heridas que aún quedan abiertas en muchas fosas comunes escondidas junto a tapias de cementerios, o en los montes Torozos, como en su caso. El siguiente será la entrevista con los grupos parlamentarios europeos.Más tarde, una delegación numerosa viajará a Bruselas. Y así hasta conseguir que sea Europa quien imponga a España que se ocupe de cerrar para siempre este capítulo de su historia.

Julia irá, seguro, con su libro.Y puede que con su pancarta. En ella, las fotos de su padre y su madre. «75 años en las cunetas».Ya es vieja. El día 25 hará 77 años. Y Julia no quiere que lleguen los 78 sin saber dónde está enterrado su padre.

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