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Cristina Bernardos Cristóbal, directora del museo, en la cueva que ocupa la planta sótano del centro. / ANTONIO TANARRO
El Museo Gastronómico de Segovia abre sus puertas en las Canonjías
GASTRONOMÍA

El Museo Gastronómico de Segovia abre sus puertas en las Canonjías

El centro surge de la iniciativa privada y ofrece un recorrido por los útiles y los platos tradicionales de la cocina provincial

M. A. LÓPEZ

Domingo, 22 de septiembre 2013, 14:42

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Nace para emprender y trata de dar un nuevo enfoque a la actividad cultural, turística y comercial, comentan los responsables del nuevo museo de la ciudad, y explican que el Museo Gastronómico de Segovia une la difusión cultural, educativa y culinaria con la venta de productos gastronómicos más representativos de la región. Situado enpleno barrio de las Canonjías, en el número 9 de la calle Daoiz, el museo es una iniciativa privada que quiere acercar su oferta no solo al turismo, sino que también está enfocado a los segovianos porque, como explica su directora, Cristina Bernardos, «hay mucha gente de Segovia que desconoce la oferta gastronómica y los productos artesanales de alimentación de la provincia».

El Museo Gastronómico de Segovia inauguró ayer sus instalaciones, aunque la tienda está abierta desde hace una semana. Ocupa una casona que conserva buena parte de su estructura románica original y ha surgido con la motivación de que «sin duda alguna, la provincia dispone de unas cualidades gastronómicas y culturales únicas». En su emplazamiento privilegiado, ofrece a sus visitantes la información necesaria para conocer la riqueza gastronómica de Segovia y de los pueblos de la provincia a través de la exposición permanente de útiles propios para su desarrollo, curiosidades y paneles explicativos distribuidos en dos plantas.

La primera planta es la de acceso principal y la otra corresponde a la cueva del sótano que conserva claras marcas de construcción romana y que traslada al visitante a aquella lejana época. Además, la salita audiovisual ofrece la posibilidad de implementar toda la información. El museo también ofrece para completar su recorrido la opción de poder degustar y adquirir los productos gastronómicos típicos de Segovia, basados en una cuidada elaboración artesanal, en la tienda que ha habilitado en una parte del local.

«Estamos empezando a rodar. Tenemos claros los objetivos y hemos previsto dirigir nuestras ofertas a los operadores turísticos, y entrar en la ruta de los museos», declara Cristina Bernardos. El rodaje es el propio de una «iniciativa totalmente privada y familiar», advierte, aunque haya contado con la colaboración y ayuda de instituciones públicas para compendiar la información que muestra en los paneles de cada sala o contar con los documentales que muestra en su área audiovisual. Y la idea ha surgido también como consecuencia de la situación económica general, en la búsqueda de «una alternativa laboral con una gran motivación personal y familiar».

Menú a la vista

Este comienzo parte de lo que más puede interesar. El Museo Gastronómico muestra «lo que tenemos en la tierra, lo que se puede adquirir en la provincia», dice la directora, y pretende «dar vida a la rica cultura artesanal que tiene Segovia en el ámbito de la gastronomía».

Por eso el centro está montado como la sucesión de los platos de un menú, con los primeros los productos de la huerta, los garbanzos y judiones, los segundos el chorizo de Cantimpalos, los embutidos, el cochinillo y el cordero y los postres y complementos, la pastelería, los quesos y los vinos.

Este menú expositivo está ilustrado con los paneles que explican todos los elementos, con libros con una introducción en la cultura del traje tradicional segoviano, unido a las celebraciones de las fiestas gastronómicas, y con una muestra de utensilios que han sido usados a lo largo de la historia de Segovia tanto para cocinar como para producir y preparar los alimentos.

Así, el museo cuenta con una muestra de aperos de labranza en miniatura, de las artesas y máquinas antiguas empleadas en la matanza y enla elaboración de los típicos productos de chacinería, de herramientas de panadería, con una refinadora de las que se usaban antaño, con útiles que se usaban para hacer el queso tradicional de oveja (la mesa propia que se usaba) o las diversas formas de almacenamiento de los vinos, como las barricas de cristal. Todo está a la vista en el número 9 de la calle Daoiz. En el nuevo museo de la ciudad.

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