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Kitty Crowther. / H. SASTRE
«El álbum es un punto de encuentro entre el niño y el adulto»
ILUSTRATOUR

«El álbum es un punto de encuentro entre el niño y el adulto»

Kitty Crowther, ganadora del Astrid Lindgren 2010, imparte un taller en Ilustratour

V. M. NIÑO

Miércoles, 3 de julio 2013, 23:00

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La libertad de mirar y sacar conclusiones es una de las premisas del trabajo de Kitty Crowther. Empezó a dibujar historias porque necesitaba llenar el silencio en el que habitaba debido a una deficiencia de oído. Poco a poco esas historias ocuparon su cabeza y su vida hasta convertirse en oficio y placer. A pesar de que habla más de dedicación que de talento, varios son los premios que apuntan al segundo, entre ellos el Astrid Lindgren Memorial Award (ALMA). Esta semana Kitty (Bruselas, 1970) propone a sus alumnos de Ilustratour 'El taller de historias'.

«Me siento más una contadora de historias que una ilustradora o una escritora. Me gusta el álbum como objeto que habla desde su presentación, cuando pasas las hojas, el ritmo de lo que ocurre. El álbum es que es un punto de encuentro entre el niño y un adulto. A partir de él dos personas pueden hablar, mirar, escuchar. Cada uno construye su visión», dice quien se acerca a los 40 libros publicados y no se plantea otra tarea ni otro público. «Quiero ir a sitios que no conozco, asomarme a cosas y tierras que no he visto, odio ser aburrida en mi trabajo. Buscando esto pero estoy segura al 100% seguiré haciendo álbumes hasta el final de mis días».

Hija de padre suizo y madre inglesa, crecida en Bélgica, ella y su hermana recibían un cuento de Tintín cada San Nicolás. «Cuando me preguntan por Hergé siempre aclaro que hago álbumes que nada tienen que ver con el cómic. Pero también he aprendido de él, de cómo Hergé construye atmósferas a partir de tres colores. He indagado en su técnica y he intentado emularle». Aunque solo como experimento. Crowther se dice anticartesiana, «no me gustan los cuadrados ni las puertas cerradas. Me gusta el color, los personajes y divertir a la gente. Hago un árbol y me pregunto si habla, si se puede trepar por él, como lo afronta un niño, y vas preguntándote y contestándote. Solo tenemos cinco sentidos pero somos muchas personas con dos ojos en este mundo, así que eso da millones de maneras de verlo todo».

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