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Miguel Ángel Sánchez, a la puerta de su establecimiento. / De Torre
La última faena del Tendido
HOSTELERÍA

La última faena del Tendido

El emblemático bar de la bajada del Carmen echa el cierre tras casi trece años de actividad

NACHO SÁEZ

Martes, 28 de mayo 2013, 13:31

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Miguel Ángel Sánchez lamenta que últimamente hayan cerrado algunos de los bares con más solera de la ciudad. Establecimientos con una personalidad propia que han bajado la persiana últimamente por diferentes circunstancias. La situación se ha tornado especialmente grave en la zona del barrio de San Millán. Primero fue el bar Flor y hace unos días El Oso Blanco. Ambos pusieron fin a años de dedicación a la hostelería. Ahora le ha llegado el turno de tomar esta difícil decisión a Miguel Ángel Sánchez. Alma de la emblemática taberna Tendido 7, vecina de la Flor y de El Oso Blanco, Miguel Ángel se despedirá este próximo viernes de sus clientes después de casi trece años detrás de la barra de un bar que durante mucho tiempo fue un lugar de referencia en las noches de ocio de los jóvenes segovianos.

El Tendido dice adiós empujado por las circunstancias económicas. Los años de bonanza han quedado atrás. Ya no se concentran decenas de personas en su puerta un viernes o un sábado a las diez de la noche -esa era la hora a la que abría- para reservar sitio en sus mesas, como sucedía en los mejores tiempos de este bar. El botellón, la crisis y la guerra de precios que libran los empresarios de ocio nocturno han asfixiado el negocio, según Miguel Ángel Sánchez. Él, que toda su experiencia en la hostelería la ha construido durante sus años al frente del Tendido, considera que «cuando la ilusión se acaba, hay que dejar paso a otros». Por eso, aunque conserva la propiedad de la casa, Miguel Ángel ya tiene apalabrado su alquiler y próximamente el Tendido se transformará en una tetería.

Ese nuevo establecimiento conservará algunos de los rasgos de su predecesor, como los azulejos, pero los momentos inolvidables que muchos segovianos han vivido entre esas paredes pronto serán historia. Los 'minis' y las jarras de sangría del Tendido descansarán en el recuerdo de una generación que compartió allí muchos momentos de risa con los amigos. «He resistido todo lo que he podido, pero en la noche segoviana parece que se ha instalado aquello de ser todos tuertos para ver ciego al vecino», reflexiona Miguel Ángel, que asegura que siempre ha apostado por tener «precios accesibles a todos los bolsillos». «Pero es imposible pedir que alguien te pague una cerveza cuando en otros sitios se beben toda la que quieren por cinco euros. Esos son empresarios con poco amor a la profesión», señala.

El cambio que ha experimentado la zona de la bajada de El Carmen, que durante muchos años fue una de las más frecuentadas los viernes y los sábados por la noche, es otro de los factores que explica las dificultades por las que ha atravesado el Tendido en los últimos tiempos. Apenas queda ya actividad, monopolizada prácticamente por la Calle de los Bares. «He visto morir esta calle hasta quedarme prácticamente solo», afirma Miguel Ángel. Los recuerdos se le agolpan estos días: «Qué de ratos bonitos he pasado y cuántos dolores de cabeza me ha dado también, aunque no hemos tenido prácticamente ninguna pelea ni quejas de los vecinos. No hemos generado problemas y eso también es bonito».

Cuando decidió abrir el local, Miguel Ángel se preguntaba qué le gustaría que le ofrecieran. El tiempo y las numerosas muestras de cariño que ha recogido durante estos años le permiten marcharse sabiendo que el Tendido fue una buena idea. Se le echará de menos.

Regreso a su profesión

Miguel Ángel Sánchez no tenía experiencia en hostelería cuando abrió el Tendido hace trece años y tampoco tiene previsto continuar vinculado a este sector a partir de ahora. Cuando pase el viernes -último día que abrirá el bar- empezará a buscar trabajo como carnicero, que es la que considera su profesión. Este tiempo vinculado a la hostelería le ha dejado muchos momentos buenos pero también un regusto amargo debido al rigor del Ayuntamiento para aplicar el reglamento de horarios de cierre de los bares. Un exceso de celo que él atribuye a un afán recaudatorio por parte de los responsables municipales. A estos, como segoviano, les pide que favorezcan un escenario para que los jóvenes se queden a trabajar en Segovia en lugar de buscar su sitio fuera y que no se fíe todo al turismo. «La ciudad necesita un impulso porque no podemos vivir solo del dinero que le sobra a un madrileño para venir a comer a Segovia», remata.

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