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Germán, en el campo de golf de Sotoverde. / M. Á. Santos
La lucha contra el Párkinson se libra en 18 hoyos
CIUDADANOS

La lucha contra el Párkinson se libra en 18 hoyos

Germán Simón, un vecino de Valladolid enfermo de Parkinson desde hace 40 años, acude todos los días a jugar al golf a Sotoverde

V. M. V.

Sábado, 16 de marzo 2013, 12:01

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Germán Simón (Ledesma, Salamanca, 1948) recuerda aquel día en el campo de golf de Zarapicos, en tierras charras. «Llegó un hombre a la recepción y le dijo al encargado: 'oye, mira a ver porque en el hoyo 15 está un hombre con una tajada que no veas'. Y ese hombre... era yo», explica Germán. Borracho no estaba, claro, «pero sí que es verdad que hay momentos en que los que tenemos párkinson parece que estamos con una canica completa». Y sí. Germán tiene párkinson. Diagnosticado cuando tenía 26 años. Hace más de 40. Pero eso ni la enfermedad ni sus síntomas le ha cortado alas para cazar tórtolas («los que vienen conmigo dicen que acierto mucho porque como apunto a todas partes...»), realizar maquetas de barcos en miniatura («hubo un momento en el que Forrest Gump solo corría... y yo solo hacía barcos») o jugar al golf. Y en esas anda ahora.

Germán está todos los días a las nueve de la mañana a las puertas del club de golf de Sotoverde dispuesto a hacer unos hoyitos. Ya lleva unas cuantas horas de pie. Se levanta a las seis y media obligado por el ciclo de pastillas (tiene que tomar 18 cada día). «Las del párkinson son cada cuatro horas. Así que procuro madrugar porque durante la noche no me despierto para tomarlas», reconoce. La ciudad todavía se despereza cuando Germán desayuna su café con churros junto al Puente Mayor y las persianas de las panaderías y los quioscos se abren a su paso para comprar el pan y el periódico nuestro de cada día. Después, a casita un rato, un paseo por Internet... y rumbo a Sotoverde.

«Soy muy constante. La voluntad, la cabeza hace mucho», asegura este salmantino de nacimiento. «Mi amigo Alfonso me comentó la posibilidad de practicarlo. Mira a ver, me dijo, que seguro que te viene muy bien. Y sí, es verdad. Me viene muy bien. Hice un curso, conseguí la licencia federativa y ahora juego a diario y participo en muchas competiciones». Con un hándicap 24 «dicen que soy un emboscado. O sea, que soy un tapado, que juego mejor de lo que parece a simple vista. Además, la gente quiere competir conmigo. Tiene mucho morbo jugar contra una persona con párkinson». Lo dice sin prepotencia, pero sí con el orgullo de quien ha conseguido con tesón, con esfuerzo y con la entrega necesaria, zamparse un día tras otro la vida con ilusión.

Su historia completa puede leerse este sábado en la edición impresa de El Norte de CAstilla.

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