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Programa Impulso

La globalización llega al salario

El catedrático Luis Garrido Medina sugiere un ajuste de sueldos como solución al paro

Julio G. Calzada

Jueves, 31 de enero 2013, 09:48

El mercado de trabajo en España tiene una característica que lo diferencia de otros del entorno europeo, «es un mercado de convulsiones terribles y las crisis económicas generan en él unas crisis de empleo descomunales», explica el catedrático del departamento de Sociología y Familia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Uned, Luis Joaquín Garrido Medina. El catedrático intervino ayer como ponente en el Desayuno sobre Empleo que forma parte del Programa Impulso organizado por El Norte de Castilla con el patrocinio de Iberaval y la Junta de Castilla y León.

Junto al profesor universitario, acudieron como invitados el catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Valladolid, Elías González-Posada Martínez; el abogado de Global Legal, Alfredo Fernández; la coordinadora de Empleo de la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid, Irene Rodríguez Rojo; el presidente del Consejo Autonómico del Trabajo Social en Castilla y León, Juan José Compadre Riaño, el asesor de la Confederación de Empresarios de Castilla y León (Cecale), Pedro García; el director de Recursos Humanos de la planta de Phillips Indal, Enrique Manso junto con el director de Recursos Humanos de la factoría de Lingotes Especiales, Marcos Gago.

Cambio de escenario

Garrido Medina destacó en primer lugar la transformación del panorama del empleo en España que de 11 millones de trabajadores a finales de los años setenta del siglo pasado ha logrado alcanzar un máximo de 20 millones de ocupados en torno al año 2007, al inicio de la actual crisis económica. Una situación excepcional y que, en su opinión, da muestra del cambio sufrido por la sociedad y la estructura económica de España, a pesar de que en estos momentos la cifra de personas en el desempleo ronde los 6 millones. A pesar de ello, matiza que la economía sumergida, aquella que define a quienes, a pesar de trabajar, no abonan las cuotas de la Seguridad Social es relativamente pequeña. «Economía sumergida no es lo mismo que evasión fiscal», precisa el experto quien observa una característica en esta crisis distinta a las anteriores: el hecho de que los denominados 'trabajadores añadidos', personas que no están ocupadas pero que lo harían de encontrar un empleo, han tardado más en esta ocasión en empezar a retirarse de una búsqueda con pocas opciones de dar fruto. «Si añadimos a esa cantidad otro millón y medio de extranjeros, lo cierto es que nos encontramos en unos datos de paro que suelen ser los habituales en las crisis españolas», manifiesta Luis Garrido.

Por primera vez

Otra circunstancia especial, esta vez cae el empleo público, un término que no ha dejado de crecer, a una media de 53.000 empleados públicos al año desde 1976. «Esto ha ocurrido hasta el tercer trimestre del año 2011, cuando ha comenzado a caer, y es que el empleo público ha tenido siempre en España un efecto anticíclico», recuerda el catedrático de la Uned, pero en el tercer trimestre del año 2011, la pendiente de la pérdida de empleo en este sector alcanzó el grado máximo con una reducción de 85.000 empleados a lo largo de ese periodo. «Esto era algo que no había pasado nunca», destaca Garrido.

El drama de los sin estudios

Las cifras y las estadísticas, en las que Luis Medina es un experto, muestran como desde el año 1976 hay un sector del empleo que ha registrado unas cifras de paro más acusadas que el resto en las distintas crisis: el de los trabajadores menos cualificados, con estudios primarios o menos y edades de entre 35 y 54 años. Sus caídas han sido alcanzar mayor profundidad con cada recesión y ahora, los niveles bajan muy por encima de los que registran los trabajadores con estudios secundarios y los que poseen titulación universitaria. «Si en anteriores ocasiones siempre han sido los que más han recibido el efecto de las crisis, en la actualidad las cifras son críticas, porque ahora tenemos a la mitad de los varones de entre 35 y 54 años con educación primaria o menos sin trabajo, y este sí es un problema serio", expone el catedrático que plantea discernir si nos hallamos ante una crisis de carácter keynesiano, en la que sería necesaria una incentivación de la demanda o bien, ante un paro denominado 'neoclásico' para el cual la solución pasaría la búsqueda de un rango de salarios adecuado a las condiciones, características y competitividad de estos puestos, pero que resultaría inferior a los que han existido hasta ahora.

Lo «gritan» los datos

«Los datos gritan que hay que bajar los sueldos», argumenta en sus primeras conclusiones el profesor, quien destaca por último otra condición del empleo en España en la actualidad y es que, por primera vez en la historia, en el año 2011, la tasa de empleo masculina y femenina para el grupo de edad de entre 25 y 29 años era igual.

Garrido Medina señala un ejemplo que ha tenido éxito, el caso de los llamados 'miniempleos' en Alemania con sueldos de entorno a 400 euros «y con la posibilidad que se concede al trabajador de pagar o no Seguridad Social», indica.

Cambios en el Estatuto

Elías González-Posada estima en el debate posterior que nos hallamos ante una situación peculiar, en la que al estancamiento en el crecimiento económico se le une la inflación en los precios. Añade el catedrático de Derecho de la Uva otra condición especial que debe analizarse: «la capacidad del empresariado español para competir en un mercado global», comenta. Y recuerda que la estructura productiva en España se ha basado en dos sectores: la construcción y el turismo. El representante de la Uva agrega en su segunda intervención otra característica a tener en cuenta, el actual sistema de regulación a través del Estatuto de los Trabajadores quizá debe de ser modificado para añadir nuevos modelos, ya que la normativa está más basada en un modelo industrial que de servicios.

Abre esta opinión otros flancos a la discusión en la mesa. Están de acuerdo en la necesidad de modificar el marco de los actuales convenios colectivos tanto Enrique Manso como Marcos Gago, y también Pedro García, quien puntualiza que la reforma laboral «no da más capacidad al empresario», si no que modifica las condiciones existentes hasta ahora.

La charla deriva hacia la formación y el escaso impacto sobre el empleo real de muchas de las políticas de empleo, «más encaminadas al subsidio que al apoyo del emprendimiento», critica Alfredo Fernández, quien recuerda que el actual sistema de garantías en casos de expediente de regulación de empleo «beneficia a las empresas menos productivas y más piratas, cuyas plantillas terminarán cobrando del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa), mientras que las buenas empresas se tienen que hacer cargo de estos costes», especifica.

«¿Qué hacer?»

«El problema es qué hacer con los descualificados, porque esto no es paro, esto es más grave, es desocupación», resume Garrido Medina, quien expone dos modelos diferentes, el aplicado en Estados Unidos, «que decidió desregular y, a partir de ahí, cada uno allá se las componga, y Alemania, donde se han creado siete millones de miniempleos», argumenta. Y resalta una última idea en la concesión de ayudas, «deben centrarse en el crecimiento de las empresas generan empleo, no en el momento de su creación».

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