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SOCIEDAD

La Real Sociedad Bascongada tributa un homenaje en Pedraza a José Ignacio de Uría

El Castillo de Pedraza reúne a los Amigos del País, familiares y compañeros del pensador vasco

MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ

Sábado, 6 de octubre 2012, 21:37

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No le gustan ni mucho menos. «Me ha reventado, pero no lo puedo rehuir, después de haber estado toda la vida despotricando de los homenajes». Al fondo del gran patio del Castillo de Pedraza, delante de la puerta del Museo Zuloaga, Juan Ignacio de Uría, aizkoitiarra, expresidente de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, se expresó así cuando tomó la palabra este sábado tras recibir un merecido aunque no deseado homenaje de los Amigos, los miembros de las comisiones que forman la centenaria institución, de sus familiares y de un nutrido grupo de invitados, para los que ofició de anfitriona la propietaria del castillo y del museo, también Amiga de la Bascongada, María Rosa Suárez Zuloaga.

Aun reacio, porque «los homenajes suelen ser la víspera del funeral o pocos meses antes de la muerte, y me espanta, aparte de que un hombre o una mujer, sea quien sea, por cumplir con las prebendas de lo que exige una sociedad no merece un homenaje», Uría disfrutó de su estancia en tierras segovianas porque «admiro a Segovia de una manera tremenda desde hace muchos años» y por estar acompañado de sus hermanos, amigos y compañeros. Y entre estos estuvieron conocidas personalidades, como Santiago de Ybarra, presidente de honor del Grupo Vocento; el exministro Marcelino Oreja; el empresario y navegante Álvaro de Marichalar «te sientes muy español porque eres un gran patriota vasco», le dijo o, entre otros, el periodista Hermann Tertstch y el presidente de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, Rafael Cantalejo.

Abogado y escritor, Uría fue el primer alcalde de Azkoitia, su ciudad natal, de la Transición, senador por designación real en las Cortes constituyentes de 1977 y miembro del Grupo Vasco del Parlamento durante tres legislaturas, un tiempo en que se distinguió por trabajar por el reconocimiento de la identidad vasca, por las libertades y la reconciliación. La excusa para llevarle a Pedraza fue hacerle partícipe de una reflexión colectiva de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País que él presidió y de la que fue director, cuyo estandarte, con las tres manos entrelazadas y el lema que la definen 'Irurac Bat', las tres, una colgaba de los muros de la antigua fortaleza, que ya es un lugar de encuentro y debate para los Amigos.

La reflexión que pedía llegó. Primero en las palabras de varios de los asistentes para recordar su relación con Uría y con la Bascongada en castellano y en euskera, incluso en el soneto que leyó en su honor uno de los invitados, todos ellos poniendo el énfasis en la amistad, basada en la identidad de las personas y de los pueblos y como fundamento de la unidad de los seres humanos.

Y Uría, para cerrar el acto, comenzó hablando del pasado de la institución, citó a Koldo Mitxelena para afirmar que «la aventura más importante del País Vasco es la Real Sociedad Bascongada», habló del primer poema en lengua vasca que tiene ya quinientos años y recordó la gestación desde 1763, el espíritu ilustrado que inspiró a los 'Caballeritos de Azkoitia', el grupo de intelectuales progresistas que la creó y que, casi tres siglos después, sigue viva en las tres comisiones de Euskadi Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, en la de Corte (Madrid) y en la de México.

Y si Uría habló del pasado de una institución que fue el germen de todas las demás sociedad de Amigos del País es porque, declaró, «para hablar de la vigencia en el futuro de la Bascongada tenéis que saber su origen porque sabiendo el pasado uno no puede actuar en contra de las premisas que aceptó cuando entró a formar parte».

Las palabras del pensador cerraron el homenaje, pero el programa continuó con una visita al Museo Zuloaga y sus colecciones, una comida con el afamado asado de cordero de Pedraza de la Sierra en la Hostería del Pintor Zuloaga, una visita guiada a la villa medieval y la proyección de imágenes dedicadas por el historiador segoviano Mariano Gómez De Caso a Juan Ignacio de Uría.

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