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El río Ucieza, a su paso por Villovieco./ El Norte
Con los amarguillos en el fardel
DE PUEBLO EN PUEBLO

Con los amarguillos en el fardel

Villoldo es el punto de partida de esta ruta, pensada para distraerse del jaleo festivo de la capital

GONZALO ALCALDE

Viernes, 31 de agosto 2012, 14:50

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Se nos acaba agosto y como todos los años por esta época, la capital palentina anda metida en fiestas. Pero como alguno habrá que, en vez de acompañar a las peñas, los pasacalles e ir a los toros, prefieran echarse al monte, pues yo aquí les voy a preparar un pequeño paseo, para que sin alejarse mucho puedan distraerse del jaleo y la algarabía fiestera.

Para la excursión de esta semana, buscaremos el cauce del río Carrión y ascendiendo aguas arribas nos iremos hasta Villoldo, el pueblo de los amarguillos, ese exclusivo dulce que es tan palentino como la menestra, el Cristo del Otero o el apelativo chiguito.

La villa se instala sobre la margen izquierda del río Carrión que casi discurre pegado a su caserío, por lo que para llegar a él tendremos que atravesar el puente que lo cruza. Casi bajo sus ojos se localiza el acogedor paraje de El Plantío, donde bajo la regalada sombra de chopos y sauces, se puede disfrutar de las mesas y hornillos que allí se han instalado.

Hospital de peregrinos

Próximo a este plantío, se localiza su iglesia parroquial de San Esteban, que es una rotunda fábrica de piedra y ladrillo, cuya más primitiva fábrica fue construida a finales del siglo XVI. Dentro del ordenado casco urbano de la villa, también puede contemplarse la ermita de San Antonio de Padua, que fue Hospital de Nuestra Señora de la Caridad, destinado a dar acogida a los peregrinos que transitaban por el relativamente próximo Camino de Santiago.

Y por ver quien anda por allí, continuaremos viaje hasta la cercana población de Lomas, donde ahora más que nunca será obligatorio subir hasta el cerro que domina a la población. Y no solo se hace obligatorio por visitar su iglesia de San Cristóbal, que por muchos años estuvo en ruinas y hoy se muestra recuperada, sino también por disfrutar de las vistas que nos regala el torreón mirador que la acompaña, y que hoy ya se ha convertido en un reclamo turístico para el pueblo, pues por allí me aseguran que en los días claros se llegan a ver las agujas de las torres de la Catedral de León.

Cuando después de abandonar Lomas de Campos me instalo en el Camino de Santiago dirección a mi siguiente destino, que es Villarmentero de Campos, veo que van un buen numero de peregrinos camino de León.

Medio mundo anda por allí quemando zapatilla y llantas de bicicleta. Es increíble el trajín de la esforzada gente que sigue esta vernácula traza. El albergue El Amanecer acoge a algunos de ellos, pero otros se acercan a visitar la poco conocida iglesia parroquial de San Martín de Tours, de clara referencia y recuerdo a la impronta que el Camino de Santiago ha dejado desde hace siglos por estos territorios terracampinos.

Pero lo bueno nos espera dentro, pues su única nave se cubre con una imponente armadura de madera, obra maestra de los excelentes carpinteros mudéjares 'de lo blanco' que vivieron en esta tierra durante los siglos XVI y XVII, la cual se sofisticará más cuando estemos delante del altar mayor de templo. Allí, y sobre él se instala un sorprendente artesonado mudéjar octogonal, con péndula central, que engrandece más si cabe el conjunto que conforma su excelente retablo mayor plateresco, dedicado al santo titular.

Continuaremos ruta y nuestro siguiente destino será Villovieco, una pequeña población que se sale de la ruta del Camino de Santiago, pero adonde van a parar muchos peregrinos, posiblemente porque saben que ya en tiempos históricos tuvo un hospital dedicado a Nuestra Señora, San Sebastián, San Roque y Todos los Santos, donde se prestaba hospedaje a pobres y forasteros, aunque es de suponer que también diese asistencia a los peregrinos del Camino.

El templo parroquial de Santa María domina sobre la población y aunque es un sencillo edificio de una sola nave y crucero, construido en estilo renacentista, dentro de ella veremos que sobresale su retablo mayor del XVIII, un buen Crucificado gótico, y la cajonería de nogal de su sacristía, que resulta ser una de las mejores de la provincia de Palencia.

Para visitar Revenga de Campos, nuestro siguiente destino y punto final de esta andadura semanal, tendremos que deshacer parte del camino andado. Cuando entremos allí, seguro que alguien nos recordará que esta fue la patria chica del General Amor (Bartolomé Amor 1785-1867), que fuera terror de los gabachos cuando 'la francesada'.

Y si no es así, un monolito en el atrio de la iglesia nos lo rememorará y posiblemente nos anime a visitarla, así como las escasas ruinas del palacio donde se alojara Carlos V cuando pasó por allí, los singulares palomares urbanos que todavía conserva Revenga, el edifico cultural de La Panera, la Cárcel, y la Peña El Fardel, cuyos integrantes organizan las fiestas patronales de San Lorenzo que celebraron hace un par de semanas, y que además se permiten editar una muy digna revista.

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