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Ángel Arroyo posa con su bicicleta en Ávila. / Jonathan Martín
«Cuando entraron los médicos en el ciclismo, vi cosas muy raras»
DEPORTES

«Cuando entraron los médicos en el ciclismo, vi cosas muy raras»

El excorredor Ángel Arroyo, que será homenajeado en la Marcha de Pedro Delgado, asegura que no echa de menos el ciclismo

NACHO SÁEZ

Sábado, 11 de agosto 2012, 14:27

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«El Demonio, el Guañan, son muchos los apodos que he escuchado haciendo referencia a Ángel Arroyo. La primera vez que lo escuché fue algo así: 'Ha venido el Salvaje'. No tenía ni idea sobre quién hablaban», relata Pedro Delgado en su página web. El Salvaje era Ángel Arroyo (El Barraco, Ávila, 1956), que será homenajeado este domingo en la XIX Marcha Cicloturista Pedro Delgado. Segundo clasificado en la general del Tour de Francia de 1983 y ganador de etapa ese mismo año y el siguiente, Arroyo «fue pionero en España», asegura Perico, «en empezar a realizar entrenamientos planificados y en tener entrenador; empezó a cambiar la mentalidad de muchos de los que eran ciclistas profesionales». Unas fiebres de Malta cuando alcanzaba la madurez encima de la bicicleta frenaron la carrera de un corredor que reniega de la época cercana en que los ciclistas «subían igual que bajaban y no sudaban». «Empezaron a entrar los médicos por medio y hubo un cambio general en el ciclismo».

-¿Preparado para afrontar la Marcha el domingo?

-La hemos preparado de forma un poco precipitada. . Ya veremos a ver cómo la acabamos. El año que homenajearon a José Miguel Echavarri también la hice sin estar muy preparado y acabamos como pudimos.

-La clase encima de la bicicleta no se pierde.

-Todo depende de cómo quieras hacer esta marcha. Si la quieres hacer despacito, irás bien; si la quieres hacer en tu sitio, igual te cuesta; y si la quieres hacer mejor, igual te sale peor todavía. Hay esas tres posibilidades.

-¿Cómo se enteró de que este año iba a ser el homenajeado por Perico?

-Me llamó por teléfono y me lo dijo. Le contesté que lo dejara para otro año, que este ando muy liado. Me dijo que entonces iba estar más viejo y me convenció rápidamente. Así fue.

-Muchos recuerdos le sobrevolarán el pensamiento estos días.

-Qué va. Los recuerdos son cosas pasadas y hay que vivir el presente. Hay que vivir el día a día y hacer las cosas que te gustan.

-¿Echa de menos el ciclismo profesional?

-No, jamás. Me lo paso mejor con los amiguetes que corriendo el Tour. Es mucho más divertido (risas). Lo que pasa es que hubo un tiempo que aplicaba una teoría que era mucho mejor que la de ahora. Me quedaba con los malos y luego les sacaba los ojos. Ahora, empiezas a montar, te encuentras bien y crees que puedes ir con los buenos, y es mentira. Es mejor la primera teoría, quedarte con los malos e ir a gustito y llegas a casa con la moral inmensa.

-¿Por qué le apodaban El Salvaje?

-Me lo pusieron en la edad de juvenil, cuando empezamos con Moncho (Ramón Chamorro Moliner). Era por mi carácter, porque atacábamos nada más salir en las carreras. Era la técnica de Moncho. Cogía lo mejor de cada sitio y tenía un equipo que se permitía hacer eso. Eso era en las carreras de Castilla y León porque cuando íbamos a carreras serias, las cosas cambiaban. Hacíamos lo mismo pero no funcionaba (risas). Recuerdo una prueba en Santander que ataqué de salida, me escapé, gané las metas volantes, pero después me entró una pájara con Isidro Juárez 'El Flequi'. No nos teníamos en pie.

-Dicen que cambió la mentalidad de los ciclistas profesionales.

-Puede ser, pero empezamos en el ciclismo sin saber nada, con Mínguez. Luego apareció José Miguel Echávarri en mi cuarto año de profesional y fue el que me cambió la mentalidad. Lo que pasa es que me duró poco porque tuve la mala suerte de coger las fiebres de Malta y cuando estaba en plena madurez, se estropeó todo.

-¿Cómo asimila eso un deportista?

-Luché para recuperarme pero después de unos años me di cuenta que no era el mismo. Hubo, además, un cambio general en el ciclismo que no me vino bien. Empezaron a entrar por medio los médicos y yo siempre me he llevado mal con los médicos y con los abogados (vuelve a reír). Prematuramente tomé la decisión de dejar la bicicleta, pero no me arrepiento de nada.

-¿No le gustaba lo que veía?

-Fue una transformación que a mí no me tocó, pero estuve a las puertas. No me gustó. Vi cosas muy raras. Gente que no andaba nada y que iba todo el día delante del coche escoba, luego eran unos fenómenos, iban tirando del carro, como se dice, y hasta quedaban entre los primeros. Aunque el ciclismo esté mal ahora por la crisis, porque no hay casas comerciales ni equipos, lo veo un poco mejor deportivamente que estos años de atrás.

-Había cosas que chirriaban.

-Tengo que decir las cosas como las siento y si a alguno le afecta, lo siento, yo no vivo ahora del ciclismo. Llegó un momento en que los ciclistas eran como relojes suizos: no había una pájara, subían igual que bajaban... Cuando Armstrong ganaba todos los Tour que quería, yo estaba en la Cope y decía que a mí no me gustaba este hombre. Casi hasta me cortaban. Hay mucha hipocresía dentro del deporte y así nos luce el pelo. Cuando lo decían yo me cortaba y ahora le dicen que había dado positivo en aquella época. Hay cosas que no hace falta ser policía para verlas. Veías imágenes de gente que ni sudaba y que subía igual que bajaba.

-¿Era un ciclismo falseado?

-Sí, sí. Pero creo que no tenían la culpa los ciclistas. Hay cosas que evolucionan a mejor y otras... Pero no sé qué sería peor. En nuestra época, las temporadas las acabábamos anémicos perdidos y estábamos tirados como una persona enferma. Entrenábamos, corríamos y el cuerpo no podía con todo aquello al final de la temporada. Pero hay cosas peores en la vida real que el deporte de alta competición. Es duro, lo sabemos todos, pero también lo es que los chavales se pongan morados de alcohol a los quince años y estén tirados como colillas.

-¿Qué ciclista le impresionó más?

-Depende de en qué aspectos. De los que he corrido con ellos, Hinault era un 'supercampeón', e Indurain me encantó como persona y como corredor.

-¿Le dejó del todo satisfecho su carrera?

-Sin la enfermedad podría haber ganado más cosas. El Tour era mi carrera, me encantaba. Para mí era más fácil ganar una etapa en el Tour que en cualquier otra carrera. El segundo año solo lo pude hacer a medias y después de que lo ganara Perico, andaba bien los primeros quince días y luego me venía abajo.

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