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Santiago Calatrava y Cristina Carrillo de Albornoz, el día que se inauguró la exposición. / Y. MULODKOVETS
Calatrava, puente al zarismo
Exposición

Calatrava, puente al zarismo

Cristina Carrillo de Albornoz, vinculada familiarmente a Valladolid, comisaría una retrospectiva del arquitecto valenciano en el Hermitage de San Petersburgo

VIRGINIA T. FERNÁNDEZ

Sábado, 4 de agosto 2012, 23:29

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El Lusitania (Mérida). El cuarto puente sobre el Gran Canal (Venecia). La Peineta (Valencia). El del Alamillo (Sevilla). Puente colgante de Jerusalén. Y lugares de paso, aeropuertos, estaciones. Estructuras que unen barrios o religiones o historias, firmadas por un nombre propio: Santiago Calatrava. El arquitecto e ingeniero valenciano inauguró el 27 de junio su última obra, también un puente (imaginado), sobre la herida Europa que arrima España y Rusia mediante de la primera retrospectiva que el Museo del Hermitage dedica a un arquitecto contemporáneo. Se denomina 'La búsqueda del movimiento'. No podía ser en otro lugar que en San Petersburgo, la ciudad de los puentes.

A Calatrava, enamorado confeso de la cultura rusa, le pareció «una gran osadía» por parte de Mijaíl Piotrovski, el director de la gran pinacoteca rusa, el gesto de invitarle a presentarse artísticamente frente los rusos. Esta radiografía de su obra en el epicentro de la Rusia imperial tiene un poco de Valladolid. La comisaria de la exposición, Cristina Carrillo de Albornoz, vivió y estudió Derecho e Historia del Arte a caballo entre Londres y Valladolid porque su padre fue director del Hospital Militar de la ciudad. A la vida cultural vallisoletana ha seguido vinculada la crítica y conservadora de arte por sus labores de comisariado para las muestras inaugurales de la Casa de la India y su participación en algunas ediciones de la Seminci. Cristina vivió intensamente la génesis de la muestra de Calatrava con el equipo de conservadores rusos: «creativos, exigentes, refinados», no duda en elogiarles, a ellos y a San Petersburgo, una ciudad que respira arte e historia, «que ama la cultura». No está menos satisfecha con la acogida de visitantes durante el primer mes de apertura (permanecerá hasta el 30 de septiembre). En las dos primeras semanas se agotaron los 1.000 catálogos de kilo y medio cada uno y han tenido que reeditarse otros 3.000. «Es como si los rusos tuvieran hambre de arquitectura del XXI», cuenta la crítica que ha contado con la ayuda de una segunda comisaria, la rusa Ksenia Malich.

Del imperio a la vanguardia

«Para mí Santiago Calatrava y su trascendental exposición en el Hermitage constituyen un puente de excepción entre la arquitectura decimonónica de San Petersburgo y el actual siglo XXI», decía Piotrovski hace unas semanas. Así que este puente a través de la historia tiene doble sentido. Del pasado al presente y viceversa. Ya ha sido transitado para el intercambio de fondos entre el Prado y el museo ruso con motivo en 2011 del año dual España-Rusia. Las piezas que viajaron al Hermitage ocuparon la suntuosa Nikolaevsky, el majestuoso salón de baile zarista en el Palacio de Invierno. La misma estancia, que jamás ha albergado una retrospectiva de arte contemporáneo, es el corazón del gran complejo arquitectónico del XVIII y el lugar elegido por Calatrava para una exposición que explora, más allá de su obra arquitectónica, todas las facetas de su producción artística, también pintura y escultura, su conversación más íntima con la obra de arte.

Los que se acerquen estos días al Hermitage podrán presenciar un diálogo fluido entre los solemnes muros centenarios, contenedores de lo tres millones de piezas que conforman la colección permanente, y la 'naturaleza blanca' de la obra de Calatrava. Lograr esta armonía, con un diseño «sobrio pero elegante» e instalaciones «severas pero transparentes», fue uno de los mayores retos museográficos, según explica Cristina Carrillo de Albornoz, quien destaca que el movimiento, la naturaleza y la anatomía humana como constante son los elementos estructuradores de la exhibición y de toda la obra del valenciano. Maquetas que se abren y se cierran, esculturas cinéticas, metal trabajado con extrema versatilidad... «El movimiento confiere otra dimensión a la forma. Hace que la forma cobre vida. En lugar de concebir el edificio como un mineral o una roca, lo comparo con el mar y sus olas en movimiento o con una flor cuyos pétalos se abren al alba», dice el artista. Y el concepto clásico siempre como referente para hacer de la arquitectura un arte de pleno derecho, la suma de todas las artes, plasmada en un estilo que Cristina define como «arquitectura escultórica».

Las piezas de Calatrava comparten techo con las de los grandes: Da Vinci, Rafael, Tiziano, Rembrandt o Rubens. Como ellos muestra pinturas de gran formato. También esculturas creadas 'ex profeso' para la muestra y una recopilación de maquetas de sus obras arquitectónicas más representativas, algunas de ellas inéditas. No falta la de su último diseño para la ciudad belga de Mons, Capital Europea de la Cultura en 2015, y la maqueta del intercambiador de la Zona Cero de Nueva York, que es la primera vez que se muestra en Europa. Esta pieza, junto al proyecto de ampliación de la catedral neoyorquina de 'Saint John's the Divine' y once dibujos del artista serán las primeras obras de arquitectura del XXI que tendrá el Hermitage. Se acaba de firmar el contrato de donación para que pasen a formar parte de sus fondos, que cuentan con una de las mejores colecciones de planos arquitectónicos de los siglos XVII, XVIII y XIX.

Proyecto Hermitage 20/21

'La búsqueda del movimiento' se enmarca en el proyecto 'Hermitage 20/21'. Se trata de una nueva etapa en la evolución histórica del gran museo que pretende acercar el arte de hoy a la población local, más familiarizada con la arquitectura clasicista de la histórica San Petersburgo. Para ello se ha habilitado como nuevo espacio expositivo el ala donde se encuentran las antiguas dependencias militares del complejo en torno la gran Plaza del Palacio. Todo ello en el contexto de una serie de restauraciones que lucirán su máximo esplendor en 2014, cuando la pinacoteca cumpla su 250 aniversario. Las nuevas estancias acogerán obras de la colección permanente, aún en pañales en lo que respecta a piezas contemporáneas, pero con la firme decisión poner la vista en el siglo XXI.

Poco le deben importar a Santiago Calatrava las recientes acusaciones sobre los supuestos sobrecostes de sus diseños para la Ciudad de las Artes y la Ciencias de Valencia y demás polémicas en torno a sus honorarios si ya ha escrito una página en la historia universal de la Arquitectura. Le queda por construir el puente que le inscriba en la de San Petersburgo.

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