Borrar
Elías de Andrés, con un maravilloso paisaje al fondo. / El Norte
Elías de Andrés conquista de nuevo el techo de América
MONTAÑA

Elías de Andrés conquista de nuevo el techo de América

El montañero segoviano narra en primera persona su participar primavera alpina en Alaska

EL NORTE

Martes, 3 de julio 2012, 18:23

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Los meses de abril y junio han supuesto para mí un gran paso como alpinista y guía. Este es el sexto año consecutivo que llevo viajando a la Cordillera de Alaska y necesitaba imprimir un nuevo acelerón en mi actividad montañera.

Tras mi primer aterrizaje en el Glaciar de Ruth, en 2007, le puse el ojo a algunas de las rutas que allí se encuentran.

Finalmente me desplacé este pasado mes de abril para intentar realizar durante dos semanas, algunas escaladas técnicas que conforman el atractivo de alpinistas de todo el mundo. El día 14 llegaba con mi compañero Erik Endert a Alaska, y el mismo 15, una avioneta equipada con esquíes realizaba la difícil maniobra de depositarnos en el minúsculo glaciar colgante del «Root Canal», a los pies del mítico pico Diente del Alce (Moose's Tooth) donde nadie había pisado este año; éramos los primeros en esa zona, y seríamos los primeros en intentar una escalada allí este año.

La emoción se apoderó de nosotros, pero también la cautela, al sentirnos minúsculos y solos, vulnerables, ante la majestuosidad de tales paredes. Condiciones meteorológicas inmejorables nos ponían a pie de ruta al día siguiente y a las cinco de la mañana empezábamos una ruta de 1000m de hielo y roca graduada para los entendidos M5, AI5, V+, 1000m; su nombre «Ham and Eggs», toda una clásica que tardó diez años en ver su primera repetición, no por casualidad. 16 horas después y unos 18 largos de cuerda más tarde luchados contra las adversas condiciones de nieve podrida y hielo sin formar nos depositaban al final de la vía y emprendíamos el descenso en la oscuridad de la noche.

Todo transcurrió muy ralentizado, debido por las condiciones casi invernales de la ruta, que se encontraba cargadísima para esta época del año, gracias al pesadísimo invierno que han tenido en Alaska, pero siendo ese, el lento progreso el único inconveniente. 24 horas tras haber empezado, regresábamos a la tienda, con el regalo para los ojos de ver amanecer dos veces consecutivas colgados de la misma pared y de ser el primer español, a tenor de las estadísticas del parque Nacional Denali, que escala esta ruta.

Los días siguientes, y hasta el 1 de mayo, trataríamos sin éxito las rutas «White Russian» al pico «Bear Tooth», la ruta Oeste al monte «Dan Beard» y el Corredor de los Japoneses al Monte Barrille. Condiciones inseguras en las paredes de los dos primeros picos nos hacían darnos la vuelta a 200m de cumbre en el primero y a mitad de vía en el segundo. El corredor de los Japoneses (que tampoco pude confirmar con el parque nacional si había sido escalado o no por españoles) nos vería en un segundo intento el último día, tras una tormenta inicial. Un corredor sencillo de 1000m y 70º de inclinación, con el que queríamos despedirnos de este «stage» alpino escalándolo en tan solo dos horas Tras un inicio prometedor de la expedición, no pudimos finalizar las demás escaladas propuestas, así que nos inclinamos por esta directa ruta e intentar acabar haciendo algo más fácil, pero con estilo y velocidad. Decía así hasta luego a la Cordillera de Alaska, donde volvería para mi cuarta expedición al McKinley el 5 de junio.

Y así fue. Embarcado en el seno de la expedición que junto con mis compañeros Jake Beren (con quien hollé la cima central del Shisha Pangma a 8013m este pasado otoño en el Himalaya) y Thomas Greene, guiábamos profesionalmente para nuestra compañía «Rainier Mountaineering», comenzaba el 5 de junio mi cuarta expedición al techo de Norteamérica. Un equipo internacional compuesto por estadounidenses, alemanes y mejicanos formaban la expedición; era mi tercera como guía allí y la cuarta total a añadir a la personal que realicé en 2009.

No hay mucho que destacar salvo que todo marchó a pedir de boca, con una meteorología perfecta y en sólo 14 días salvábamos los casi 4800m de desnivel entre el glaciar Kahiltna (donde aterrizamos) y la cumbre de 6194m. Sí que hubo que lamentar que a 200m de nuestro campo 3, a 3500m hubo una avalancha que sepultó a 4 japoneses que descendían desorientados y fuera de ruta en la única noche de tormenta que tuvimos mientras dormíamos los que allí estábamos.

Para mi sorpresa, al llamar a casa tras bajar de cumbre al campo 5, mi madre me comunicaba que esa misma tarde el Instituto Municipal de Deportes de Segovia me iba a hacer entrega del Premio a la Promoción y Representación de Segovia más allá de sus fronteras, para el que mi club, Aguacero, me había propuesto. Toda una sorpresa el mismo día que hollé la cima y me convertí en el único español con tres cumbres en el Mckinley. Esta vez me gustaría dedicárselo a mi club, el CD Aguacero.

Por lo que resta de verano, seguiré trabajando como guía en el Monte Rainier de 4392m antes de volver a Segovia en octubre, donde pasaré todo el mes entrenado la escalada en roca para mi examen de esa disciplina como guía bajo el programa de la IFMGA (Federación Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña) programa que de momento, ningún otro segoviano está siguiendo y que estandariza las máximas exigencias dentro de esta profesión a nivel mundial.

Un fuerte abrazo y un saludo desde Estados Unidos y sus Montañas Rocosas».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios