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estudio | salamanca

Einstein también tenía dislexia

Los biólogos Lisardo Sánchez y Rafael Coveñas publican un libro sobre este trastorno del aprendizaje que puede desembocar en fracaso escolar si no se trata correctamente

Y.R.T. , ICAL

Sábado, 2 de julio 2011, 14:23

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Albert Einstein, Winston Churchil, Magic Johnson o Tom Cruise han destacado en sus ámbitos profesionales y lo han hecho superando las barreras que supone para el aprendizaje la dislexia, un trastorno que provoca dificultades para la lectura y la escritura y que puede desembocar en un rotundo fracaso escolar si no se aborda con adecuados métodos pedagógicos.

Esto no quiere decir que quienes padecen dislexia se convierten automáticamente en genios, pero tampoco que sean individuos con una dotación intelectual inferior a la del resto de la población, por lo que un mayor conocimiento sobre sus causas y tratamientos evitará en el futuro que, por ignorancia, se trate así a un niño que confunde las letras y que presenta un aprendizaje diferente al del resto.

Con el objetivo de aportar información práctica y divulgativa, pero desde un ámbito estrictamente científico, los biólogos salmantinos Lisardo Sánchez y Rafael Coveñas han publicado un libro en el que han recogido las últimas investigaciones y tratamientos, así como información, en lenguaje accesible para padres y educadores, para comprender mejor la dislexia.

Según confiesa Sánchez, conoció la existencia de este trastorno cuando hace más de 15 años una responsable profesora le citó para explicarle que su hija Rebeca, ante sus primeros trazos, había escrito su nombre con caracteres distintos de los convencionales. Desde entonces, la lectura de libros, artículos y las visitas a especialistas comenzaron a formar parte de su rutina diaria. Después, añade, nacieron sus otros dos hijos, Sergio y Álvaro, ambos con similares signos, por lo que cree que su experiencia puede ser de gran ayuda para los padres que atraviesan por esta situación.

Sánchez reconoce que cuando te enfrentas por primera vez a este término, se experimenta una sensación de cierta angustia, asentada en el desconocimiento inicial que de él se tiene. Lo más oportuno, explica, es conseguir un diagnostico certero que descarte otras afecciones que cursan con signos parecidos y una vez constatado el trastorno, afrontar colectivamente con la comunidad educativa un programa de recuperación acorde a las necesidades del niño. Si es preciso, puede mejorarse el resultado con la intervención de psicólogos, logopedas u otros especialistas equivalentes.

Un padre debe conocer la trascendencia del trastorno, su origen, sus manifestaciones y su más que posible recuperación, apunta y tras su diagnóstico y conocimiento del problema, deberá aportar un esfuerzo añadido al proceso formador de su hijo, que por otro lado, seguro resultará satisfactorio.

El libro en el que han trabajado aporta una visión actual de la dislexia, sin olvidarse de su historia en materia de investigación, pero matiza que el mayor esfuerzo que han realizado ha sido el de unificar todos los conocimientos y presentarlos unitariamente, independientemente del origen multidisciplinar de su procedencia.

Además, incluye direcciones prácticas que se encuentran en la web, donde el lector podrá conseguir información y contactos de asociaciones y especialistas relacionados con el tema.

El mayor reto de un disléxico, continúa, es ser comprendido como tal, ya que una vez que es reconocido, sus problemas con el aprendizaje pueden ser abordados de forma coherente y lograr con ello resultados equiparables a los conseguidos por los individuos que no la padecen.

Carencias educativas

Entre el 4 y el 15% de la población escolar puede ser calificada como disléxica y según citó, de entre los 46 millones de españoles, algo más de cuatro pueden ser considerados disléxicos, de ahí la necesidad de contar en las escuelas con los mecanismos para impartir una educación adecuada a las necesidades de estos alumnos.

En la actualidad, se podría decir que los centros educativos y el sistema no están tan preparados como sería deseable, pero resaltó que posiblemente los profesores sí lo estén. Ellos, valoró, con imaginación saben y pueden afrontar el trastorno y afirmó que les consta que lo hacen en muchos casos con éxito.

Sánchez, opina que debido a que el cerebro es enormemente plástico y que se adapta a las condiciones que la vida va deparando, esta adaptación es mucho más eficaz en los primeros años de la infancia, por lo que cuanto antes se inicien medidas correctoras, mejores resultados se obtendrán.

Este experto reconoció que es de sobra conocido el alto nivel investigador neurocientífico de Castilla y León y señaló que en la Universidad de Salamanca existe un equipo de psicólogos que es puntero en el trabajo con disléxicos, algo que sitúa a la Comunidad en una situación aventajada.

Sin embargo, a nivel educativo, en el año 2010, solo Baleares, Canarias y Murcia habían afrontado la dislexia en disposiciones normativas, que reconociendo el trastorno preveían mecanismos educativos paliativos. En Castilla y León, aunque no hay una normativa específica que reconozca el trastorno, se cuenta con profesionales competentes para atender la dislexia.

A su juicio, se ha producido un gran progreso en la concienciación sobre este trastorno y cualquier educador conoce lo más básico sobre la dislexia y con ello se mejora en la atención a quienes la padecen. No obstante, sostuvo que queda mucho por avanzar hasta conseguir niveles equiparables a los conseguidos en Estados Unidos o Gran Bretaña.

Últimas investigaciones

En cuanto a las últimas investigaciones, destaca que éstas han arrojado luz sobre las razones neurológicas que justifican la aparición del trastorno y se han detectado disposiciones anatómicas de las neuronas que explican la dislexia. Con técnicas de neuroimagen, detalla, se pueden observar cerebros de disléxicos trabajando de forma diferente cuando se les somete a pruebas de lectoescritura. Se ha constatado además, que la dislexia tiene unas connotaciones genéticas evidentes, se han identificado al menos nueve zonas cromosómicas que intervienen en la manifestación de la dislexia, aunque recuerda que no conviene olvidar la influencia ambiental, como la educación, familia u otras patologías.

Por último, tras la elaboración de esta publicación, estos expertos aportan una nueva definición de la dislexia: un trastorno que provoca dificultades para la lectura en algunos individuos intelectualmente aptos y social y educativamente bien dotados; que por condiciones genéticas y ambientales tienen distribuciones y conexiones neuronales, que sin ser patológicas, son deficitarias o insuficientes para desarrollar plenamente una nueva capacidad humana, la lectoescritura.

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