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La cimbra del puente de Viana
VALLADOLID

La cimbra del puente de Viana

El 'Manual Histórico y Descriptivo de Valladolid', publicado en 1861, constata que el Arco de Ladrillo fue levantado como 'molde' para edificar un viaducto del ferrocarril

MARIANO CAÑAS

Lunes, 9 de noviembre 2009, 10:34

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La sencilla construcción del Arco de Ladrillo toma el nombre de su forma y del material con el que está construido. Arrogante, esbelto y sin deterioro alguno, a pesar de la constante trepidación del terreno y del ruido que causa el casi no interrumpido paso de trenes, así viene sosteniéndose desde la fecha de su construcción en mayo de 1858.

Varias han sido las teorías sustentadas para justificar su construcción: especie de arco triunfal para la inauguración del ferrocarril, con efímera vida; disputa entre los ingenieros franceses, de cuya porfía salió el Arco; pruebas para la resistencia de una cimbra; prueba y modelo de los arcos que habían de ponerse a la entrada de los túneles. Algunos sostienen que se levantó en honor de Isabel II con motivo de su visita en 1858. Llegó en la tarde del 23 de julio por la nueva carretera de Madrid a el Arco, donde había una magnífica tienda de campaña construida por la Sociedad del Crédito Mobiliario, constructora del ferrocarril, donde descansaron breves momentos. Ocuparon las carretelas de la Casa Real traídas con antelación, emprendiendo la marcha por el Paseo del Príncipe. En ningún momento pasó por debajo del Arco y sí lo hizo por el arco de triunfo que había levantado para esta ocasión la Sociedad del Crédito en el Paseo del Campo Grande, a la altura de la Academia de Caballería, del que nos dejó testimonio C. Clifford, fotógrafo de la Casa Real. A saber cuál será la verdad, era el interrogante que hacía Agapito y Revilla. Y existe respuesta. La verdad sobre el motivo o procedencia del Arco de Ladrillo es una cimbra que sirvió para levantar un puente sobre el río Duero en las cercanías de Viana.

Domingo Alcalde Prieto publica en 1861 el 'Manual Histórico y Descriptivo de Valladolid', al que sigue un apéndice Guía del Ferrocarril del Norte «en el que consigna cuanto a su historia se refiere y le importa al viajero». La Corporación, siempre solícita a premiar los estudios de los hijos de la ciudad y principalmente cuando los trabajos tienen relación con ella, acordó en 28 octubre 1861 suscribirse por 100 ejemplares al 'Manual Histórico y Descriptivo de Valladolid', editado por Hijos de Rodríguez, quienes mandaron insertar un anuncio en EL NORTE DE CASTILLA el 24 de octubre de 1861. En menos de seis meses se agotó la edición.

Se lo llevó la riada

La guía detalla la situación en que se encuentran en 1861 las obras de construcción del ferrocarril Madrid-Irún, de una longitud de 629 kilómetros, de los cuales, en ese momento 269 están en explotación y 360 en construcción. Alcalde reseña los pueblos, los puntos más importantes y las obras notables del trayecto. Partiendo de Madrid. «Al llegar al punto kilométrico 220,930, nos detenemos en Valdestillas. Partiendo la vía de este pueblo, a unos 200 metros pasa el río Adaja sobre un puente. Pasados unos seis kilómetros atraviesa el Duero (un poco más allá de Viana, estación insignificante, a larga distancia del pueblo del mismo nombre) sobre un puente provisional, puesto que el construido al efecto, del cual como recuerdo queda el arco de la estación de Valladolid, llamado el Arco Grande, cuya cimbra sirvió para los tres de que se componía, fue arrastrado por la grande crecida del Duero en diciembre del año pasado; la empresa que en ello sufrió una perdida, según dicen, de dos millones (de reales) piensa sustituirle con uno de hierro; así la vía después de atravesar el Pinar que se llama de Puente Duero llega a Valladolid» (página 361). El fotógrafo Clifford dejó un recuerdo de su construcción, en el pie figura: 'Puente en construcción sobre el Duero, cerca de Simancas. Destruido un año después por una riada'.

Olvido «vergonzante»

El empleo del ladrillo en obras de estas características no fue acertado y el error se pagó a alto precio; pero no sólo fueron los dos millones de reales las pérdidas que aquí supuso, sino también que esta experiencia obligó a la empresa a revisar todos los puentes construidos. Así nos encontramos con el viaducto sobre el río Manzanares por el que cruza el ferrocarril nada más salir de Madrid por la Estación de Príncipe Pío, «de ladrillo y piedra, que va a ser reemplazado por otro de hierro»... (Alcalde. Página 352)

El esbelto y arrogante Arco Grande, al ofrecer firmeza y no molestar, quedó en «vergonzante» olvido de los técnicos, pero no del pueblo, que «le bautizó» como Arco de Ladrillo y le instituyó como símbolo de la Ciudad de Valladolid.

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