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Chucho Valdés y Concha Buika durante su actuación en La Granja. / ANTONIO TANARO Bibiana Fernández, Pedro Almodóvar y Rossy de Palma llegan al concierto. / ANTONIO TANARRO
Del amor, el enamoramiento
FESTIVAL DE MÚSICA Y DANZA DEL REAL SITIO

Del amor, el enamoramiento

El público se rinde al talento reunido de Concha Buika y Chucho Valdés, que emocionaron en el patio de la Real Fábrica de Cristales de La Granja

ALFONSO ARRIBAS

Viernes, 7 de agosto 2009, 10:49

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Sin adornos ni distracciones escenográficas. El talento sobre el escenario es tanto que cualquier accesorio nublaría el paisaje. Comienzan resplandeciendo Chucho Valdés y sus músicos empapando al público con finas gotas de jazz latino. Buika se hace esperar. Deja otro pedazo de protagonismo único a los instrumentos y a sus artífices, que aprovechan para asentar el ritmo y presentar credenciales.

Calentados los sentimientos, irrumpe la mallorquina enfundándose de inmediato el poncho de Chavela Vargas y entonando 'El último trago', la canción que da título al disco que les ha juntado y que no saldrá hasta octubre con el éxito ya bien criado. Un comienzo sin titubeos, por la puerta grande, que recordó a sus fieles por qué estaban allí y a los que no lo eran por qué se lo habían aconsejado.

Concha Buika estuvo encantadora en las presentaciones, cariñosa con su Valdés y arrebatadora en la interpretación de los temas. No se esperaba otra cosa. Pero es que esta combinación de piano vivaz y voz quebrada es tan bonita, se disfruta tanto, que aunque no haya sido de los más promocionados sí puede considerarse ya uno de los recitales más sabrosos del Festival de Música y Danza de San Ildefonso.

Un concierto corto, intenso y emocionante que el público saludó con placer. Si fuera una historia de amor, sería un enamoramiento apasionado más que una correcta relación de pareja. A ellos, a los «practicantes de amores difíciles» y a los enamorados «como yo» entregó Buika buena parte de sus canciones en esa noche que era de luna llena y cercana.

Almodóvar

El homenaje a Chavela siempre presente, y la hermandad entre los cabezas de cartel, también. Son hermanos africanos, latinos, insulares, son estrellas reunidas por el productor Javier Limón, según dicen los papeles, y por Pedro Almodóvar, según reconoció la propia artista durante el concierto. A él y a dos de sus chicas que le acompañaron hasta el Real Sitio (Rossy de Palma y Bibiana Fernández) les dedicó el tema 'Cruz de olvido', con el que la Buika destapó el esenciero.

Siguieron otros hitos de la mexicana, como 'Luz de luna' o 'Un mundo raro', y canciones menos conocidas como 'Las ciudades' y la preciosa 'Las simples cosas'. La gente paladeó con gusto estos granos de siembra, tendidos en el terreno con el mimo que Concha Buika impone cuando cierra los ojos y la potencia que irradia cuando los abre al tiempo que eleva los brazos.

La fusión y el homenaje a la mezcla, la creación de algo nuevo sobre lo conocido, tuvo un ejemplo magnífico en la versión de 'El andariego' que regalaron, una reinterpretación fantástica con aires caribeños que incitaba al baile y a la fiesta, como el 'Mentirosa' que llegó ya en el turno de bises, otro monumento a la energía escénica.

Así transcurrió, despacito aunque con algún acelerón, la noche de Buika y Valdés. Hasta que apagadas las luces y retirado el personal, el público se hizo uno para pedir 'Mi niña Lola'. Y llegó. Y se demostró que el tema que ha lanzado a la fama a la mallorquina ya está en el estrado de los himnos, ha traspasado la cumbre del repertorio para situarse en otro lado al que no se puede llegar sino con carisma. Buika respondió con una interpretación vibrante, plena de emoción, que los aficionados agradecieron con vítores y alguna lágrima furtiva.

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