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SILVIA RIOJA
Sábado, 10 de enero 2009, 03:15
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Los pingüinos más fieles a la concentración no acuden con simples tiendas de campaña, sino que preparan sus particulares carpas con habitaciones, camas, sofás, mesas...e incluso algunos se llevan hasta una pata de jamón para combatir el frío con el estómago lleno. Es el caso de la peña de Elena García, un grupo de más de cien personas, en su mayoría madrileñas, que acuden a la cita desde hace diez años. «Cada año se nos suman más amigos», explica esta motera que llegó el viernes desde la capital de España con su Yamaha Fazer.
La carpa de esta peña es de las más grandes que los pingüinos han instalado en Puente Duero a lo largo de estos dos primeros días de concentración. Dentro tienen todo preparado para mantener el calor y hacer frente a temperaturas de varios grados bajo cero que sufren sobre todo por la noche. «En las tiendas pequeñas lo que ocurre es que llegan a helarse por el frío. Aquí tenemos sofás para descansar y una gran mesa para que podamos comer todos», aseguran estos madrileños.
«El ambiente es estupendo. Invitamos a la gente a que se tome una cerveza o les damos un trocito de queso o de jamón porque hay mucho compañerismo», explica Elena García.
Con la cama a cuestas
Carlos Jiménez y Helio Gascueña, también madrileños, acuden a Pingüinos desde hace 13 años. Aseguran que el lugar elegido para esta edición número 28 «está muy bien» y consideran un acierto que no se permita el acceso a los coches. Estos dos apasionados de este tipo de concentraciones, fueron de los primeros en aparcar sus motos en Puente Duero el pasado viernes por la mañana. Inmediatamente después se pusieron manos a la obra para montar su gran carpa en la explanada.
A la entrada de la tienda que durante estos días les servirá sobre todo para resguardarse del mal tiempo, dejan sus motos, una Honda CBF 1000 y una Suzuki DR 800. Muy cerca han colocado un gran cartel en el que se puede leer el nombre de su motoclub: 'Me río de los Atascos'. Pero para montar su particular 'casa', estos pingüinos emplean varias horas. El aspecto final que presenta el interior es una buena señal de que les merece la pena el trabajo. «Son cuatro días y hay que estar preparados», aseguran.
Dos camas, un calentador, una mesilla, una radio y hasta un calendario colgado del techo. Así, es lógico que estos dos madrileños se sientan como en casa.
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