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ZAMORA

La Fundación de Patrimonio dedica una guía a la Ruta Arqueológica de los Valles

Las mancomunidades Órbigo-Eria y Tera colaboran en la publicación, que recorre los restos prehistóricos

I. R.

Martes, 9 de diciembre 2008, 02:11

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La Fundación del Patrimonio de Castilla y León ha elaborado una guía monográfica dedicada a la Ruta Arqueológica de los Valles de Zamora. La publicación se estructura en cinco capítulos, cada uno de ellos para los municipios que forman parte de la misma, Manganeses de la Polvorosa, Morales del Rey, Arrabalde, Santibáñez de Vidriales y Granucillo de Vidriales.

A cada uno le corresponde un epígrafe de distinto color que el resto marcados con una pestaña para facilitar la búsqueda rápida, de manera que el visitante pueda manejar fácilmente la guía en su recorrido por la zona.

Cada capítulo termina con una hoja en blanco para permitir las anotaciones del viajero.

Además de las explicaciones sobre los restos arqueológicos que son la base de la ruta, la guía hace un recorrido por los distintos monumentos y atractivos existentes en toda la zona, como el castillo de Granucillo, los palomares, las iglesias, etcétera.

La primera de las rutas se ha denominado Órbigo Sur, entre Manganeses y Morales del Rey, la segunda, entre este y Arrabalde es el Órbigo Norte. La Ruta del Eria enlaza Arrabalde con Santibáñez de Vidriales, donde arranca la Ruta de las Fuentes. En el tramo final, hasta Granucillo de Vidriales, es la Ruta del Vidriales y Tera.

El folleto hace una amplia exposición de la historia de cada una de estas localidades y de sus vestigios, como el yacimiento de la Corona-El Pesadero, en Manganeses, y sus pagos donde aparecen restos del paleolítico y la Edad del Cobre.

Pero quizá lo más interesante para el turista será el detalle con el que se explica cada uno de los yacimientos existentes en la ruta, de manera que en Manganeses, por ejemplo, da una idea de los orígenes del asentamiento entre los siglos VII y V antes de Cristo, con una superficie de 2,5 hectáreas, rodeado de una muralla de piedra y adobe y protegida con la roca natural. Las cabañas eran de tapial, planta circular y techos cónicos de paja. El poblado tenía un trazado irregular. Dos siglos después la aldea ocupaba ya 11 hectáreas y alcanzaba hasta el cerro La Corona. Además de la actividad agrícola de la primera fase ya aparecía la artesanía y la metalurgia entre las ocupaciones de sus pobladores. Esta segunda fase se distinguía además por una nueva fisonomía urbanística, con calles perpendiculares, algunas pavimentadas.

No faltan en la guía los teléfonos y direcciones de interés para un viajero, como la estación de autobuses, correos, protección civil, hospital de Benavente, además de alojamientos posibles, restaurantes y bares en todo el trayecto.

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