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Varias cuadrillas trabajan en viñedos de Ribera de Duero. / R. RUANO
Ribera de Duero cumple 25 años con 250 bodegas y 8.000 viticultores
CASTILLA Y LEÓN

Ribera de Duero cumple 25 años con 250 bodegas y 8.000 viticultores

El Monasterio de Valbuena acoge este jueves la celebración del primer cuarto de siglo de esta denominación

REBECA RUANO

Lunes, 24 de marzo 2008, 01:26

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La Ribera de Duero celebra este jueves en el Monasterio de Santa María de Valbuena su vigésimo quinto aniversario. El nacimiento de la Denominación de Origen ha supuesto un cambio en positivo para una comarca bañada por el río Duero que abarca cuatro provincias de Castilla y León, territorio que ha prosperado hasta convertirse en una referencia internacional en cuanto a la elaboración de vino de calidad.

Este jueves, los hombres y mujeres que hace un cuarto de siglo emprendieron tan ardua aventura recibirán un sentido homenaje de quienes hoy trabajan y viven en el ámbito enológico ribereño. La Ribera del Duero abarca en estos días cerca de veintiún mil hectáreas de viñedo en las que desarrollan su actividad más de ocho mil viticultores y en su término se han fundado doscientas cincuenta bodegas. Críticos, expertos y entendidos de todas las partes del mundo veneran los caldos gestados en estas tierras. Es éste sólo el principio de una trayectoria que apenas ha dado los primeros pasos.

Los hallazgos históricos demuestran que la tradición elaboradora de vino se remonta a miles de años atrás en lo que hoy se conoce como Ribera del Duero. El descubrimiento de una copa con restos de néctar de uva en el yacimiento arqueológico de Pintia, en Padilla de Duero, marcó un antes y un después al constatar que, ya en el siglo IV antes de Cristo, los pobladores vacceos acostumbraban a regar con vino sus banquetes. En 1972, en el municipio burgalés de Baños de Valdearados, durante el desarrollo de las labores agrícolas cotidianas se sacó a la luz un mosaico romano en el que en un primer plano se representa al dios Baco en distintas escenas. Son pruebas de que el vino ha sido siempre en estas tierras un elemento esencial. El caldo marca la forma de vida, influye en la identidad de los pueblos, es un nexo de unión entre culturas, creencias y generaciones, columna vertebrada de un tejido industrial que hoy evoluciona hasta convertirse en un pilar básico de la economía, que revierte incluso en el turismo.

El vino como negocio

Pero aunque la historia marcó el camino que habría de recorrer, no fue hasta finales de los años setenta cuando comenzó a entenderse el vino como un posible negocio y forma de vida. En esta década se gestó en España un impulso renovador de la industria vitivinícola enfocado hacia la diferenciación y elaboración de vinos de alta calidad. Aquellos caldos que en tiempos pasados se alumbraban en pequeñas bodegas para el consumo de la familia dieron paso a otro producto creado con pretensiones comerciales. La comarca conocida entonces simplemente como Ribera tenía potencial para constituirse como una zona de referencia, aunque hacía falta esbozar un esquema para ratificar estos posibles. Ya en esos años existía alguna empresa asentada desde comienzos de siglo con marcas en el mercado que habían recibido amparo en el ámbito internacional hasta forjar leyendas sólidas que aún no estaban amparadas por ninguna Denominación de Origen.

Archivos

Según reflejan los archivos históricos del Consejo Regulador, el Instituto Nacional de Denominaciones de Origen, los Servicios de Agricultura y las instituciones provinciales y locales desempeñaron un papel fundamental en aquel momento. Mención aparte merecen los profesionales, viticultores, bodegueros y cooperativistas que ejercieron de visionarios y no dudaron de las posibilidades de la incipiente ribera.

Curiosamente fue en el seno de la celebración de otro 25 aniversario, el de la Cooperativa Santa Eulalia de la Horra, cuando se celebró la Primera Semana del Vino, y se comenzó a reivindicarse ante las administraciones por la constitución de la denominación. Mediante orden del 17 de noviembre de 1979 se reconoce con carácter provisional. Fueron los primeros esbozos de un ambicioso proyecto que aún no tenía carácter definitivo, al menos hasta que el 21 de julio de 1982 otra orden del Ministerio de Agricultura reglamentó y constituyó formalmente la Denominación de Origen Ribera del Duero y su Consejo Regulador. Nació así la que es hoy la segunda comarca elaboradora más importante y con más cuota de mercado del ámbito nacional.

En su constitución intervinieron algunos nombres propios. José Ignacio Gutiérrez aceptó el cargo de primer presidente del Consejo, Javier Villagra, desempeñó el papel de secretario, y profesionales de distintos ámbitos ejercieron como vocales del primitivo órgano.

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