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C. L.
Miércoles, 2 de enero 2008, 10:18
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Sin agobio, sin etiqueta y sin el tradicional hacinamiento de la fiesta de Nochevieja. Los cotillones privados entre grupos de amigos se consolidan año tras año y se convierten en una apetecible alternativa para la noche. Alquiler del local a precios inusualmente altos, compra de bebidas y canapés, organización de juegos y concurso de disfraces son algunas de las principales tareas de sus organizadores.
«Si vas a otro cotillón estás atado seis horas al local, que suele ser bastante agobiante. Así que un grupo de ocho amigos montamos éste a nuestro estilo», confiesa Samuel Ortega, de la fiesta privada del bar Zihuatanejo. «La ventaja es que nos preguntan la bebida que queremos y así siempre te puedes tomar la copa que tú quieras», comenta Juan José López, uno de los 90 asistentes al cotillón del Maracaibo.
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