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ANÁLISIS

Con su propia medicina

ALFREDO J. GÓMEZ

Domingo, 21 de octubre 2007, 02:53

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CONFIABA Inglaterra en la mágica pierna izquierda de Jonny Wilkinson para sumar el segundo título mundial consecutivo. Probablemente, porque al margen del extraordinario pateador apenas tiene otro recurso que utilizar para ir llenando de puntos su casillero. Pero esa medicina que tantas y tantas veces ha recetado a cuantos rivales ha tenido enfrente, esta vez se volvió en su contra. Sudáfrica sabía de memoria la lección y aplicó ese mismo castigo a base de golpes transformado por Percy Montgomery, el 'Percival de Galés', el odiado rival. Sudáfrica superó a Inglaterra se llevó el título con todo merecimiento y Montgomery superó a Wilkinson y se llevó la gloria con la misma justicia que su selección.

Doce años después, Sudáfrica vuelve a lo más alto con un equipo imposible de batir. Basado en la inquebrantable unión del grupo como premisa imprescindible, Sudáfrica destaca por su portentosa defensa, una rocosa delantera que apenas otorga opciones y que nunca está mal colocada, ni desorganizada sobre el campo. A esta fuerza bruta de la naturaleza se unen a la pelea sin dudarlo los jugadores de la línea de tres cuartos.

Un auténtico lujo que jugadores como el propio Montgomery o el velocísimo Bryan Habana sean tan voluntariamente solidarios con unos compañeros que literalmente se parten la cara por ellos en cada disputa del balón. Por poner un ligero pero al gran triunfo de Sudáfrica solo señalar la escasa presencia en el ataque de Habana en esta final. Hubiera sido memorable un broche de oro con un ensayo del 'nieto del viento'.

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