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EN ESTA ORILLA

Bicicletas

FLAVIA VELASCO

Miércoles, 26 de septiembre 2007, 03:14

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SUPONGAMOS: El dueño de un localazo de moda llega a su negocio, vestido con un traje de firma, en bicicleta, con los pantalones metidos por dentro de los calcetines acompañado por una 'buenorra' cargada de diseños varios, en el mismo medio de locomoción, un día de frío y llovizna. Encadenan la bici a una farola, se sacuden la ropa y entran saludando a los clientes. De acuerdo; es inimaginable.

La necesidad de encontrar una forma de transporte menos contaminante y barata es real. Claro que en una ciudad en que las apariencias cuentan tanto, ¿quién se figura a los de alto copete y los que viven de lo que piensan los demás montados en una bicicleta?

Con lo exigentes que resultan los empresarios, ¿cómo se puede llegar al puesto de trabajo con la melena estropajosa tras luchar con el viento y la lluvia, amén de unos buenos tacones y una falda tubo? Claro que, si se va en pantalón, con lo bajos de tiro que se llevan, se enseña toda la 'cara B'.

Los intentos son evidentes, pero ni la infraestructura que existe en la ciudad de Valladolid (entre otras cosas no existen aparcamientos de bicis en el centro), ni la conformación mental de los ciudadanos da para ello. A no ser que esté pensado sólo para niños y plebe, y así se luzcan más los de los cochazos.

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