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ALICIA PÉREZ
Martes, 31 de marzo 2015, 09:03
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La Real y Venerable Cofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo rindió ayer un sentido homenaje a sus difuntos y a las personas que ya no están de todas las cofradías vallisoletanas durante la Procesión de la Buena Muerte. Era un homenaje especial, en la noche del Lunes Santo, también para una familia de cofrades que han perdido a su madre recientemente y que fueron los encargados de dar los denominados toques del olvido a golpe de martillo en el Santuario Nacional de la Gran Promesa.
Hasta allí y desde la sede de la cofradía, la imponente iglesia de la Antigua, fue portado el Santo Cristo del Olvido, de San Felipe Neri, para su visita al Cristo de la Humildad para después continuar hacia el emotivo encuentro con la Virgen de la Vulnerata, en la fachada del Colegio de los Ingleses.
Para ello, la cofradía contó con la ayuda durante dos tramos de los hermanos de la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, en un acto de hermandad entre ambas que tuvo su primer capítulo el año pasado. El acto contó además con la presencia de numerosas cofradías invitadas y con los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena, que abrió un desfile cerrado por la banda de la Preciosísima Sangre. Además, el Cristo del Olvido lució nueva iluminación al haberse cambiado los faroles que lo custodian.
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